El transporte de carga por camión continúa siendo el principal medio para movilizar mercancías dentro de Sudamérica, representando más del 85% del peso total de la carga interna en la región. En 2024, el mercado de carga y logística en América del Sur estuvo valorado en alrededor de 180.000 millones de dólares, y se espera que crezca a un ritmo anual cercano al 4,3%, superando los 223.000 millones para 2029.
La flota vehicular que sostiene este movimiento es numerosa, pero muy fragmentada. La mayoría de las empresas de transporte son pequeñas o medianas, con predominio de flotas reducidas de menos de 10 camiones. Por ejemplo, en Argentina casi el 95% de las empresas operan con menos de 10 unidades, y en Perú, el 89% de ellas cuentan con entre 1 y 4 vehículos. Brasil se destaca por tener la flota más grande de la región, con más de 1,6 millones de camiones en operación.
En cuanto a la carga movilizada, el transporte terrestre desplaza una amplia variedad de productos: desde commodities agrícolas como granos y frutas, hasta minerales, productos manufacturados, químicos y cargas de consumo masivo. Esta diversidad responde a la necesidad de conectar zonas productivas, industriales y portuarias con mercados locales e internacionales.
Las rutas clave en Sudamérica incluyen corredores estratégicos como el Buenos Aires-Córdoba-Rosario en Argentina, que une áreas agrícolas e industriales con puertos; las vías São Paulo-Río de Janeiro en Brasil, que soportan gran parte de la exportación; y los corredores que conectan Chile y la región andina con la costa pacífica. También destaca la ruta Panamericana, un eje crucial que atraviesa varios países conectando el comercio regional.
Sin embargo, el sector enfrenta importantes desafíos. La renovación de flotas es lenta, lo que afecta la seguridad, eficiencia y sostenibilidad ambiental. La digitalización aún está en fase inicial, con sólo alrededor del 4% de los transportistas plenamente digitalizados, limitando la optimización de rutas y tiempos. Además, hasta un 40% de los trayectos se realizan sin carga, lo que eleva costos y reduce la competitividad.
Los costos operativos, impulsados por el precio del combustible, mantenimiento y peajes, también presentan una presión creciente. A esto se suman las limitaciones en infraestructura vial: carreteras con déficit en capacidad y conservación, congestionamientos y falta de tecnologías logísticas modernas que generan cuellos de botella.
Ante este panorama, la región ha comenzado a impulsar inversiones para mejorar su infraestructura, adoptar tecnologías más limpias y avanzar en la digitalización del transporte. Estas acciones serán clave para que el transporte por camión siga siendo el soporte principal de la economía regional, respondiendo a las crecientes demandas del comercio.