Bajo la presidencia pro tempore brasileña del MERCOSUR, después de tres años de pausa, las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio entre el bloque sudamericano y Canadá vuelven a la mesa, retomando un proceso iniciado en 2018 y suspendido en 2021.
El MERCOSUR, conformado por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, representa un mercado formidable. Con un PBI superior a los 3 billones de dólares estadounidenses y una población de 282 millones de personas, el bloque constituye uno de los actores comerciales más relevantes del hemisferio sur. El intercambio comercial con Canadá durante 2024 alcanzó los 15.900 millones de dólares canadienses, reflejando una relación económica robusta aunque desbalanceada: mientras las exportaciones canadienses alcanzaron 3.100 millones, las importaciones desde el MERCOSUR ascendieron a 12.800 millones.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil estableció claramente el propósito de este reencuentro: definir directrices para continuar las negociaciones con miras a concluir el acuerdo en términos equilibrados y mutuamente beneficiosos. La meta trasciende el simple intercambio comercial para buscar una verdadera integración productiva entre ambas economías, aprovechando las complementariedades naturales que existen entre los recursos, las capacidades industriales y las ventajas competitivas de cada región.
Las conversaciones abarcan prácticamente todos los aspectos del comercio contemporáneo. En materia de bienes, se discuten las reglas de origen y procedimientos de origen, elementos fundamentales para determinar qué productos podrán beneficiarse de las preferencias arancelarias. La facilitación del comercio y la cooperación aduanera buscan agilizar el flujo de mercancías, mientras que las medidas de salvaguardia proporcionarán mecanismos de protección ante situaciones excepcionales.
Los aspectos regulatorios ocupan un lugar central en la agenda. Las medidas sanitarias y fitosanitarias, junto con las barreras técnicas al comercio, requieren armonización para evitar que se conviertan en obstáculos innecesarios. El comercio de servicios se aborda en múltiples dimensiones: servicios transfronterizos, financieros, entrada temporal de profesionales y telecomunicaciones, reconociendo la creciente importancia de este sector en las economías modernas.
La inversión y la propiedad intelectual configuran capítulos esenciales que buscan crear un marco predecible y protector para los flujos de capital y la innovación. La política de competencia, la participación de actores públicos y privados del mercado, y la contratación pública apuntan a garantizar transparencia y equidad en las oportunidades comerciales.
Los temas transversales reflejan las prioridades del siglo XXI: comercio inclusivo, protección ambiental, estándares laborales, apoyo a micro, pequeñas y medianas empresas, equidad de género en el comercio y comercio electrónico. Finalmente, el marco institucional incluirá disposiciones horizontales y mecanismos de solución de controversias que garanticen el cumplimiento efectivo del acuerdo.
El vicepresidente brasileño Geraldo Alckmin, al frente del Ministerio de Industria y Comercio, subrayó que las conversaciones con Canadá siguen el modelo exitoso aplicado en negociaciones recientemente concluidas. Los acuerdos con Singapur, la Unión Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio (integrada por Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein) han demostrado la capacidad del MERCOSUR para alcanzar consensos equilibrados y sostenibles. Esta experiencia acumulada representa un activo valioso que acelera el proceso y reduce la incertidumbre sobre los resultados posibles.
La reanudación de negociaciones con Canadá responde a una estrategia clara de apertura y diversificación comercial. El MERCOSUR busca fortalecer su competitividad regional mediante acceso a tecnologías avanzadas, inversiones de calidad y conocimiento especializado que Canadá puede ofrecer, particularmente en sectores de innovación, energía y recursos naturales. Simultáneamente, el bloque aspira a ampliar el acceso de sus productos a nuevos mercados, facilitando la inserción de exportaciones sudamericanas en la dinámica economía norteamericana.
La integración productiva constituye quizás el objetivo más ambicioso: crear cadenas de valor que aprovechen las complementariedades entre ambas economías, generando eficiencias y oportunidades que beneficien a empresas de todos los tamaños. Esta visión va más allá del comercio tradicional para construir una relación económica profunda y duradera.
Para los exportadores sudamericanos, un acuerdo con Canadá representa acceso preferencial a un mercado desarrollado con alta capacidad de consumo, particularmente atractivo para sectores agroalimentarios, productos minerales, manufacturas de origen industrial y servicios profesionales. Los importadores, por su parte, podrán acceder a tecnología, maquinaria y bienes de capital canadienses a precios más competitivos, fortaleciendo la capacidad productiva regional.
La reunión de Itamaraty confirma el compromiso del MERCOSUR con una inserción internacional moderna y equilibrada. La incorporación de Canadá a la red de socios comerciales del bloque fortalece significativamente su posición global y multiplica las oportunidades para sus economías miembros. El desafío consiste ahora en transformar las directrices acordadas en un tratado comprehensivo que balancee ambiciones comerciales con las sensibilidades y salvaguardas necesarias en cada sector.