Los mercados de carbono a nivel mundial continúan siendo un territorio fragmentado y subdesarrollado, donde apenas el 24% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están cubiertas por sistemas de comercio de emisiones e impuestos al carbono. Esta realidad plantea serios desafíos para la efectividad de las políticas climáticas globales y genera lo que los expertos denominan «fuga de carbono», un fenómeno donde las reducciones de emisiones en un país se ven compensadas por incrementos en otras regiones.
Según hallazgos de la Organización Mundial del Comercio, cada reducción de 100 toneladas métricas de emisiones de carbono a nivel doméstico se asocia con un aumento de entre cinco y 30 toneladas métricas de emisiones en el extranjero. Este efecto perverso ocurre principalmente a través del canal de competitividad, donde las políticas estrictas de fijación de precios del carbono en un país elevan los costos de producción doméstica, haciendo que las empresas locales pierdan competitividad frente a firmas ubicadas en jurisdicciones con regulaciones más laxas.
La situación se agrava cuando se considera que actualmente solo el 1% de las emisiones globales tienen un precio superior al nivel recomendado por la Comisión de Alto Nivel sobre Precios del Carbono y Competitividad, respaldada por el Banco Mundial. Esta comisión, integrada por docenas de gobiernos, organizaciones del sector privado, entidades sin fines de lucro y academia, busca limitar el aumento de la temperatura global por debajo de los 2°C.
En respuesta a estas preocupaciones, han surgido los ajustes de carbono en frontera como una herramienta política innovadora. El Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera de la Unión Europea, representa el primer instrumento de este tipo implementado globalmente. Este mecanismo cobra una tarifa sobre los bienes importados basada en la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero producidas durante su proceso de manufactura.
La iniciativa europea no ha pasado desapercibida. Australia, Canadá, Japón, Reino Unido, Estados Unidos y Taiwán se encuentran en diversas etapas de consideración de sus propios sistemas de ajuste fronterizo. El Reino Unido ya anunció que implementará su propio mecanismo a partir de 2027. Como respuesta, países en desarrollo como India, Indonesia, Turquía, Marruecos, Ucrania y Uruguay han implementado, ajustado o considerado establecer esquemas explícitos de fijación de precios del carbono para compensar los costos de cumplimiento.
Sin embargo, depender únicamente de los ajustes fronterizos como puerta trasera hacia un mercado global de carbono presenta limitaciones significativas. Estos mecanismos se enfocan estrictamente en precios explícitos del carbono, pasando por alto oportunidades para avanzar en la transición energética global que aborda precios implícitos del carbono. Los países en desarrollo han criticado el mecanismo europeo como punitivo y en conflicto con el principio de «responsabilidades comunes pero diferenciadas» del Acuerdo de París.
Como alternativa pragmática, los países en desarrollo podrían considerar coordinar el desarrollo de mercados regionales de carbono como un paso intermedio realista. Aunque esto no elimina inmediatamente el riesgo de fuga de carbono, ayuda a estas economías a adaptar mejor la transición al contexto de sus procesos económicos, políticos e institucionales. La Comunidad de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, que ya ha formalizado el Marco Común de Carbono de ASEAN, presenta una perspectiva viable tanto como mercado regional clave como modelo potencial para otras regiones.
Paralelamente, la cooperación público-privada puede fortalecerse aprovechando el reciente avance en el acuerdo del Artículo 6, alcanzado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 29) en Bakú, Azerbaiyán. Después de una década de impasse, los gobiernos finalmente llegaron a un acuerdo sobre las reglas de cómo los países pueden crear, comercializar y registrar reducciones y remociones de emisiones como créditos de carbono.
Los créditos de carbono, a pesar de los reveses debido a preocupaciones de integridad y su tamaño relativamente pequeño en el mercado global, siguen siendo una parte importante de las estrategias de mitigación climática. El Programa de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional ejemplifica cómo la Organización de Aviación Civil Internacional requiere el uso exclusivo de créditos «condicionalmente ajustados» para propósitos de cumplimiento industrial, superando así el problema del déficit de integridad del mercado de créditos de carbono.
El camino hacia un mercado global de carbono efectivo requerirá un enfoque multifacético que combine ajustes fronterizos, mercados regionales coordinados y la integración cuidadosa de créditos voluntarios de carbono, todo mientras se mantiene un equilibrio entre la ambición climática y las realidades económicas y políticas de diferentes regiones del mundo.