El comercio electrónico en América Latina atraviesa un momento de expansión acelerada. Se proyecta un crecimiento del 22% en volumen entre los mercados principales de la región entre 2023 y 2026, mientras que el mercado transfronterizo proyecta un crecimiento del 18% en 2025. Sin embargo, detrás de estas cifras prometedoras se esconde un desafío operativo crucial: la logística debe evolucionar al mismo ritmo que las expectativas de los consumidores.
Los compradores latinoamericanos se han vuelto más sofisticados y demandantes. Ya no basta con ofrecer productos online; esperan entregas rápidas, flexibles, sostenibles y, sobre todo, predecibles. Esta transformación está obligando a las empresas de comercio electrónico a replantear completamente sus estrategias logísticas.
La automatización logística está redefiniendo la forma en que las empresas venden y los consumidores compran. Los centros de distribución tradicionales están dando paso a instalaciones inteligentes donde robots, sistemas de clasificación automatizados y algoritmos de inteligencia artificial optimizan cada etapa del proceso.
Esta transformación no es cosmética. Las empresas que han adoptado estas tecnologías reportan reducciones significativas en tiempos de preparación de pedidos y errores de envío. La automatización permite procesar volúmenes crecientes sin comprometer la precisión, un equilibrio fundamental en mercados donde la competencia se libra en los márgenes de eficiencia.
La última milla: el eslabón crítico
El mayor quebradero de cabeza en la logística del e-commerce sigue siendo la última milla, ese tramo final entre el centro de distribución y la puerta del cliente. Es aquí donde se concentran los mayores costos operativos y donde se juega la satisfacción del consumidor.
Los lockers inteligentes y microhubs urbanos no solo mejoran la eficiencia en la última milla, sino que también ofrecen conveniencia al cliente al permitirle recoger sus pedidos en el momento que le resulte más adecuado. Esta flexibilidad responde a una realidad urbana donde muchos consumidores prefieren evitar las restricciones de horario de las entregas tradicionales.
Las empresas están experimentando con múltiples soluciones: desde puntos de recogida en comercios aliados hasta entregas programadas con ventanas horarias específicas. Algunas compañías han comenzado a implementar sistemas de entrega colaborativa, donde varios operadores comparten infraestructura para reducir costos y mejorar cobertura.
Sostenibilidad: del discurso a la operación
En el comercio electrónico de 2025, la sostenibilidad ha dejado de ser una mera consideración ética para transformarse en un imperativo estratégico y en un diferenciador clave en un mercado cada vez más consciente. Los consumidores, especialmente los más jóvenes, están dispuestos a pagar más o esperar más tiempo si esto implica un menor impacto ambiental.
La sostenibilidad se consolidará como un eje estratégico en 2025, transformando las operaciones logísticas desde su base. Esto incluye la adopción de vehículos eléctricos para entregas urbanas, el uso de embalajes biodegradables o reciclables, y la optimización de rutas para reducir emisiones.
Algunas empresas van más allá, ofreciendo opciones de «entrega verde» donde los clientes pueden elegir consolidar sus pedidos o aceptar ventanas de entrega más amplias a cambio de beneficios, reduciendo así el número de viajes necesarios.
Omnicanalidad: cuando online y offline se fusionan
La omnicanalidad es una de las tendencias más relevantes para 2025. Esta estrategia permite a los consumidores interactuar con las marcas de manera fluida, integrando experiencias digitales y físicas. En términos logísticos, esto significa que las tiendas físicas se están convirtiendo en minicentros de distribución.
El modelo «comprar online, recoger en tienda» (BOPIS por sus siglas en inglés) reduce costos de última milla mientras aumenta el tráfico en puntos de venta físicos. Además, permite a las empresas gestionar devoluciones de forma más eficiente, uno de los mayores desafíos del comercio electrónico.
La implementación de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial, no solo mejorará la eficiencia operativa, sino también la personalización de toda la experiencia logística. Los algoritmos predictivos analizan patrones de compra para anticipar demanda, optimizar inventarios y reducir tiempos de entrega.
Los datos en tiempo real permiten a las empresas ajustar operaciones sobre la marcha. Si un producto se agota en un almacén, el sistema puede redirigir pedidos a otras ubicaciones automáticamente. Si las condiciones de tráfico cambian, las rutas de entrega se reconfiguran al instante.
Esta capacidad de respuesta dinámica es particularmente valiosa en América Latina, donde las infraestructuras variables y las condiciones urbanas complejas requieren flexibilidad operativa constante.
Pagos digitales y logística: una dupla inseparable
El uso de billeteras digitales en la región ha crecido un 35% desde 2020, y se proyecta que más del 50% de los pagos online se realicen a través de estas plataformas para 2025. Esta transformación en los métodos de pago tiene implicaciones logísticas directas.
La eliminación del pago contra entrega, aún común en algunos mercados latinoamericanos, simplifica operaciones y reduce riesgos. Los pagos anticipados permiten a las empresas planificar mejor sus flujos logísticos y reducir costos asociados con devoluciones por falta de pago.
A pesar del avance tecnológico, el elemento humano sigue siendo crucial. La formación continua del personal, desde operadores de almacén hasta conductores de última milla, es fundamental para aprovechar las inversiones tecnológicas. Las empresas líderes están invirtiendo en programas de capacitación que combinan habilidades técnicas con servicio al cliente.