La Comisión Europea intensifica sus esfuerzos diplomáticos para conseguir el respaldo final al controvertido acuerdo comercial con el Mercosur, incorporando nuevas medidas de protección para calmar las protestas de los agricultores europeos que han presionado a sus gobiernos para oponerse a lo que denominan el pacto «vacas por coches».
La resistencia ha sido particularmente intensa en Francia y Polonia, donde los productores agrícolas temen ser desplazados por las importaciones masivas de carne sudamericana a cambio de facilitar las exportaciones de automóviles e industria europea hacia Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
El histórico pacto, que culmina más de dos décadas de negociaciones, ha generado una profunda división en el bloque europeo. Mientras la industria automovilística y manufacturera europea celebra las oportunidades de acceso a un mercado de más de 260 millones de consumidores, el sector agrícola europeo ve en el acuerdo una amenaza existencial para su supervivencia.
El término «vacas por coches» resume la esencia del intercambio: Europa abrirá sus fronteras a 99.000 toneladas adicionales de carne bovina sudamericana anualmente, implementadas de forma gradual durante siete años, a cambio de que Mercosur reduzca significativamente los aranceles a los vehículos y maquinaria industrial europea.
Salvaguardas de emergencia para contener la crisis
Ante la creciente oposición, Bruselas ha incorporado lo que denomina «cláusulas de salvaguardia» o «frenos de emergencia» que permitirían suspender temporalmente las importaciones agrícolas si estas causan disrupciones graves en el mercado europeo. Estas salvaguardas podrían activarse incluso si solo una parte del mercado europeo de carne se viera negativamente afectada por el aumento de las importaciones sudamericanas.
El nuevo marco de protecciones incluye límites estrictos a las importaciones de carne y pollo, monitoreo constante de los flujos comerciales, y mecanismos de compensación para los productores europeos afectados. Además, se han establecido cuotas graduales que permitirán una adaptación progresiva del mercado europeo.
La presión de los agricultores franceses y polacos
Las manifestaciones de agricultores en Francia y Polonia han sido especialmente virulentas, con bloqueos de carreteras y protestas frente a las instituciones europeas. Los productores franceses, fuertemente subsidiados y protegidos por la Política Agrícola Común (PAC), argumentan que no pueden competir con la carne sudamericana producida con estándares ambientales y laborales menos exigentes.
En Polonia, donde el sector agrícola emplea a millones de personas en zonas rurales, las preocupaciones se centran en el impacto sobre las granjas familiares que podrían verse obligadas a cerrar ante la competencia de las grandes explotaciones sudamericanas.
Para los defensores del acuerdo, los beneficios son evidentes. La eliminación de aranceles del 35% en automóviles y del 14-20% en maquinaria industrial abrirá enormes oportunidades para la exportación europea. En el sector agroalimentario, productos como vino español (con aranceles actuales del 35%), aceite de oliva (10%) y quesos europeos tendrán acceso preferencial al mercado sudamericano.
El acuerdo protegerá 344 productos alimentarios y bebidas europeas de la imitación en Mercosur, permitiendo a los productores europeos vender a precios premium productos distintivos como champagne, jamón ibérico o queso manchego.
Sin embargo, las organizaciones agrícolas estiman pérdidas de hasta 5.000 millones de euros anuales y una reducción del 20% en los ingresos del sector, especialmente en países con fuerte tradición ganadera como España, Francia e Irlanda.
Con el plazo de diciembre acercándose, Bruselas enfrenta una compleja ecuación política. Necesita convencer a al menos una mayoría cualificada de Estados miembros para aprobar el acuerdo, pero la oposición de países clave como Francia, Italia y Polonia complica el panorama.
La Comisión ha intensificado las consultas bilaterales, ofreciendo paquetes de compensación específicos para cada país y prometiendo fondos adicionales para la modernización del sector agrícola europeo. El objetivo es presentar un texto final que equilibre las preocupaciones agrícolas con las oportunidades industriales.
Un test para la política comercial europea
El acuerdo UE-Mercosur se ha convertido en algo más que un simple tratado comercial: es un test sobre el futuro de la política comercial europea en un mundo cada vez más multipolar. La capacidad de Bruselas para gestionar las tensiones internas entre sectores e intereses divergentes determinará no solo el destino de este acuerdo, sino la credibilidad de la UE como actor comercial global.