La revisión del T-MEC como escenario clave

Hacia un nuevo acuerdo comercial en América del Norte con la seguridad nacional y la soberanía como ejes estratégicos.
11/11/2025
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La inminente revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) representa una oportunidad histórica para redefinir la arquitectura comercial norteamericana. En un contexto marcado por tensiones geopolíticas con China y crecientes preocupaciones sobre la seguridad de las cadenas de suministro, expertos señalan que el marco actual requiere una transformación que priorice los intereses estratégicos nacionales sobre la mera eficiencia económica.

El debate emergente cuestiona los fundamentos del orden comercial establecido desde la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Durante décadas, este sistema privilegió reglas multilaterales que frecuentemente subordinan las decisiones nacionales a compromisos internacionales. La propuesta actual plantea un giro sustancial: recuperar el control soberano sobre políticas económicas y de seguridad, permitiendo a cada nación proteger sus intereses estratégicos sin las restricciones impuestas por mecanismos globales de resolución de disputas.

Este cambio de paradigma refleja una evolución en el pensamiento estratégico estadounidense, donde la seguridad nacional y la resiliencia económica adquieren precedencia sobre los principios tradicionales de libre comercio irrestricto.

La región norteamericana se consolida como el núcleo natural para una alianza comercial estratégica liderada por Estados Unidos. Si bien el T-MEC estableció bases sólidas para la integración regional, su arquitectura actual requiere fortalecimiento significativo, particularmente en lo referente a la exclusión de actores externos considerados riesgos estratégicos. Por lo tanto los pilares de la estrategia propuesta son:

Coordinación arancelaria regional
Los tres países deberían implementar una política arancelaria armonizada hacia economías consideradas competidores estratégicos. Esta coordinación facilitaría un desacoplamiento económico gradual pero deliberado, reduciendo dependencias críticas en sectores estratégicos.

Fortificación de cadenas de suministro
La seguridad en las cadenas de valor regionales constituye un imperativo estratégico. Esto implica garantizar que los productos manufacturados en América del Norte no dependan de componentes críticos provenientes de jurisdicciones que puedan representar vulnerabilidades geopolíticas. La trazabilidad completa y los estándares de origen más rigurosos serían elementos centrales de este enfoque.

Autonomía en defensa y seguridad
Cada nación asume responsabilidad plena en materia de defensa nacional, abandonando modelos de «burden sharing» (carga compartida) en favor de una «burden ownership» (propiedad de la carga). Este principio refuerza la soberanía nacional mientras mantiene la cooperación estratégica en amenazas compartidas.

La relación económica con China constituye el eje central de esta transformación estratégica. El nuevo consenso prioriza la protección de capacidades industriales críticas, tecnologías sensibles y empleos manufactureros nacionales. Anticipa que los aranceles elevados sobre productos chinos no serán medidas temporales, sino componentes estructurales de una estrategia de largo plazo orientada a reconfigurar cadenas de suministro y repatriar capacidades productivas estratégicas. Este enfoque representa un reconocimiento explícito de que la eficiencia en costos debe subordinarse a consideraciones de seguridad nacional y resiliencia económica.

El proceso en marcha trasciende la mera renegociación de un tratado comercial regional. Estados Unidos está redefiniendo fundamentalmente su posición en el sistema económico internacional, transitando desde un enfoque basado en reglas multilaterales globales hacia una arquitectura de bloques regionales donde la soberanía nacional y la seguridad estratégica tienen primacía.

La revisión del T-MEC funcionará como laboratorio inicial para este nuevo modelo. Sus resultados establecerán precedentes que podrían reconfigurar el orden comercial internacional en las próximas décadas, influyendo en cómo otras regiones estructuran sus propias alianzas económicas y redefinen el equilibrio entre libre comercio y autonomía estratégica.

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