La OCDE alerta sobre el costo económico de la desglobalización: hasta 5% del PIB mundial en riesgo

Un nuevo informe del organismo revela que las políticas proteccionistas y la relocalización de cadenas de suministro podrían generar pérdidas masivas en el comercio global y reducir significativamente el crecimiento económico mundial.
11/07/2025
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En medio de una creciente tensión comercial global, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha emitido una contundente advertencia sobre los riesgos económicos de las políticas proteccionistas. Su más reciente análisis, dado a conocer esta semana, revela que los esfuerzos por relocalizar las cadenas de suministro globales no solo resultarían extremadamente costosos, sino que además podrían socavar la estabilidad económica que pretenden proteger.

El informe presenta cifras alarmantes: la repatriación masiva de procesos productivos podría provocar una caída del comercio internacional superior al 18% y reducir el Producto Interno Bruto mundial hasta en un 5%. Para las economías más integradas en las redes comerciales globales, el impacto podría ser aún más devastador, alcanzando reducciones de dos dígitos en su crecimiento económico.

Esta advertencia cobra particular relevancia en el contexto actual, donde las políticas comerciales unilaterales —especialmente las implementadas por Estados Unidos bajo la administración Trump, incluyendo el incremento de aranceles al acero y aluminio— han generado preocupación en los mercados internacionales y comenzaron a impactar la economía estadounidense.

Cuando la protección se convierte en vulnerabilidad

El documento, titulado «OECD Supply Chain Resilience Review» (análisis de la resiliencia de la cadena de suministro), desafía la lógica convencional sobre la seguridad económica nacional. Publicado estratégicamente antes de la reunión ministerial anual del organismo, el informe argumenta que «ciertas medidas para acercar las cadenas de valor al territorio nacional podrían ser costosas y no necesariamente aportarían mayor estabilidad frente a los choques externos».

Los datos son contundentes: el impacto económico de estas políticas proteccionistas puede oscilar entre el 1,1% y el 12,2% del PIB, dependiendo del nivel de integración de cada país en las cadenas globales de suministro. Esta variación refleja una realidad compleja donde las economías más conectadas internacionalmente enfrentan mayores riesgos al intentar desconectarse.

La paradoja de la concentración china

El informe reconoce las preocupaciones legítimas sobre la concentración de proveedores que han surgido tras eventos disruptivos como la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania. Los datos revelan una transformación dramática en la geografía comercial mundial: desde principios de siglo, el número de productos importados desde un grupo reducido de proveedores ha aumentado un 50%, con China emergiendo como el actor dominante.

La evolución es impresionante: la participación china en las importaciones mundiales se disparó del 5% a finales de los años noventa al 30% actual. Simultáneamente, la contribución conjunta de Estados Unidos, Alemania y Japón se redujo a la mitad, del 30% al 15%.

Sin embargo, la OCDE ofrece una perspectiva matizada de este fenómeno. Según el análisis, solo el 30% de los productos comercializados globalmente muestran niveles «elevados» de dependencia de pocos proveedores, sugiriendo que el problema, aunque real, podría estar siendo exagerado en el debate político.

Diversificación versus relocalización: la estrategia inteligente

En lugar de la relocalización costosa, la OCDE propone una estrategia más sofisticada: la diversificación internacional de las fuentes de suministro. Esta aproximación reconoce que la solución no está en el aislamiento, sino en la creación de redes más resilientes y distribuidas geográficamente.

El impacto diferencial de la dependencia china es notable: mientras que las economías emergentes como Brasil, India, Indonesia, Rusia y Sudáfrica han visto su dependencia de importaciones chinas crecer del 9% al 60% desde los años noventa, los países de la OCDE han experimentado un aumento más moderado, del 5% al 22%.

Crucialmente, el informe revela que más de la mitad de los casos analizados demuestran que la producción localizada ha resultado en una menor estabilidad del PIB, desafiando directamente la narrativa de que la autosuficiencia equivale a seguridad económica.

Mathias Cormann, secretario general de la OCDE, articula claramente los riesgos: «El riesgo de generar distorsiones económicas es real si se responde al desafío de la seguridad del suministro con políticas proteccionistas. Para que el comercio siga siendo la base de nuestra prosperidad compartida y cumpla con las expectativas de nuestros ciudadanos, debemos trabajar juntos en reforzar la fiabilidad y la resiliencia de nuestras cadenas de suministro».

Esta declaración subraya un punto fundamental: la prosperidad global no es un juego de suma cero, sino un sistema interconectado donde la estabilidad de uno depende de la estabilidad de todos.

El informe concluye con un llamado a la acción dirigido a los gobiernos mundiales, instándolos a: establecer un marco regulatorio internacional estable que proporcione predictibilidad a las empresas multinacionales, eliminar barreras comerciales en sectores estratégicos de servicios que son fundamentales para el funcionamiento de las cadenas globales, fomentar acuerdos comerciales multilaterales que fortalezcan la cooperación económica y desarrollar alianzas estratégicas en la cadena de suministro global que diversifiquen riesgos sin sacrificar eficiencia. 

El mensaje central es claro: en un mundo interconectado, la seguridad económica no se logra a través del aislamiento, sino mediante la construcción de sistemas más resilientes, diversos y cooperativos. La desglobalización, lejos de ser una solución, podría convertirse en el problema más costoso que las economías mundiales hayan enfrentado en décadas.

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