La industria electrónica se ha consolidado como el motor invisible de la economía global, representando uno de cada cinco dólares del comercio mundial de bienes, según revela un reciente estudio de la Global Electronics Association, organización anteriormente conocida como IPC.
Esta cifra no sólo dimensiona la magnitud económica del sector, sino que evidencia cómo la electrónica se ha convertido en la columna vertebral de prácticamente todas las industrias modernas. La investigación, que analiza los flujos comerciales del sector a escala internacional, arroja luz sobre una realidad que pocos imaginan: la profunda interdependencia que caracteriza la producción electrónica mundial.
El estudio destaca que la cadena de suministro electrónica presenta niveles de integración superiores incluso a los del sector automotriz, tradicionalmente considerado como el ejemplo de complejidad logística. Esta integración se manifiesta en eslabones bien identificados y poderosos que conectan desde el diseño inicial hasta el producto final.
La capacidad de generación de componentes electrónicos ha alcanzado dimensiones extraordinarias. En 2023, el comercio de componentes como semiconductores y conectores superó al de productos terminados como smartphones y laptops, generando un volumen global de 4.5 billones de dólares. De esta cifra impresionante, 2.5 billones correspondieron exclusivamente a componentes, lo que subraya la importancia de los elementos que no vemos pero que hacen posible la tecnología que utilizamos diariamente.
Asia: el epicentro de la interdependencia electrónica
Los países asiáticos han emergido como protagonistas centrales de esta dinámica global. China, Vietnam e India no solo figuran entre los principales exportadores mundiales de productos electrónicos, sino que simultáneamente se posicionan como grandes importadores de insumos electrónicos. Esta aparente paradoja refleja la interdependencia profunda que define la producción global contemporánea.
Esta realidad pone en entredicho las estrategias de relocalización y desacoplamiento que algunos países han intentado implementar. Las potencias exportadoras emergentes dependen críticamente de componentes procedentes de diversas regiones del mundo, creando lo que podríamos denominar «lazos irrompibles» en la cadena de suministro global.
En un movimiento que simboliza la evolución del sector, IPC, organización fundada en Estados Unidos en 1957 y reconocida mundialmente como la asociación global del sector electrónico, anunció su transformación en Global Electronics Association. Este cambio de nombre refleja una visión más amplia y global de su misión.
Paralelamente, la IPC Education Foundation se convierte en Electronics Foundation, con un enfoque específico en resolver los desafíos de talento que enfrenta el sector. Esta transformación responde a la creciente necesidad de profesionales especializados en un campo que evoluciona constantemente.
La Global Electronics Association respalda una cadena de valor que abarca desde el diseño conceptual hasta el producto final, incluyendo fabricantes de equipos originales (OEMs), semiconductores, tarjetas electrónicas, manufactura, arneses, materiales y proveedores de equipos especializados.
La organización mantiene operaciones directas en países clave como Bélgica, China, Alemania, India, Japón, Corea, Malasia, México, Taiwán y Estados Unidos, además de presencia activa en decenas de países adicionales para apoyar a sus miembros.