La complejidad oculta del comercio internacional de microchips

Las estadísticas comerciales y los aranceles tradicionales no reflejan la verdadera dinámica de la cadena global de suministro de microchips ni su impacto real en la economía
29/07/2025
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La compleja red de producción y distribución de microchips explica por qué Corea del Sur—uno de los principales fabricantes globales de chips esenciales para sectores como el automotriz y la electrónica—importa más semiconductores de Estados Unidos de los que realmente exporta. Este fenómeno refleja las particularidades del comercio internacional y cómo las estadísticas oficiales registran solamente productos terminados.

Hoy en día, la fabricación de aparatos electrónicos y maquinaria involucra componentes provenientes de múltiples países. Por ejemplo, un teléfono inteligente puede integrar chips provenientes de Taiwán, pantallas de Corea del Sur, baterías de China, cámaras japonesas y tecnología intelectual de Estados Unidos. Sin embargo, los datos comerciales y la mayoría de los aranceles solo consideran el producto final. Un automóvil enviado de México a Estados Unidos se contabiliza simplemente como un “auto”, sin distinguir los chips y demás piezas que cruzaron otras fronteras para llegar a ese ensamblaje.

Esta característica oculta la verdadera dimensión del comercio de microchips. Según los registros, países que ensamblan dispositivos, como Vietnam o China, aparecen como los principales importadores de chips. Al exportar productos terminados como “teléfonos” o “computadoras”, los chips que contienen quedan invisibles en los datos de importación de Estados Unidos.

En 2024, las ventas globales de microchips alcanzaron 627.000 millones de dólares. Se calcula que Estados Unidos consume un cuarto de esa cifra, alrededor de 156.000 millones, pero sólo produce localmente el 10%. Según los datos oficiales, EEUU manufactura chips por un valor aproximado de 68.000 millones e importa solo 40.000 millones. El restante, cerca de 50.000 millones de dólares en chips, ingresa “oculto” dentro de productos terminados como teléfonos, computadoras y automóviles, lo que provoca una subestimación en las estadísticas oficiales.

Además, muchos chips que EEUU formalmente importa y Corea del Sur exporta son fabricados en uno de estos países, enviados a otro para procesos de empaquetado y luego reimportados como productos terminados, distorsionando el valor real y la dirección del comercio.

Este entramado implica que aranceles mal diseñados podrían encarecer la producción nacional y dañar la competitividad al gravar insumos que ya han sido fabricados por las mismas empresas estadounidenses tras procesos en el extranjero. Por ello, es fundamental crear políticas comerciales que reconozcan esta compleja realidad, estableciendo acuerdos sectoriales con aliados para eliminar barreras, y concentrándose en controles selectivos de las importaciones provenientes de China.

La verdadera dimensión del comercio de microchips y su impacto en la economía global reside en estos eslabones invisibles de la cadena de valor, mucho más que en las cifras brutas de exportaciones e importaciones.

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