En un contexto internacional marcado por tensiones crecientes entre bloques de poder, Indonesia emerge como un actor que rehúsa someterse a los dictados de las grandes potencias. La ministra de Finanzas, Sri Mulyani Indrawati, trazó las líneas maestras de una estrategia que busca posicionar al archipiélago como un jugador autónomo. «Indonesia debe definir con absoluta claridad cuál será su papel en medio del actual reacomodo geopolítico global», declaró Indrawati durante una conferencia en Yakarta. Sus palabras reflejan una realidad ineludible: en un mundo cada vez más polarizado, la neutralidad estratégica se ha convertido en un arte político de alta complejidad.
Indonesia es la cuarta nación más poblada del mundo con 286 millones de habitantes y representa una de las economías emergentes más importantes del sudeste asiático. Con un PIB de 1.371.000 millones de dólares que constituye el 1,30% de la economía global, el país ha mantenido un crecimiento económico estable del 5,03% en 2024, La diversidad cultural del país se evidencia en sus más de 700 idiomas, mientras que económicamente mantiene una inflación controlada del 2,37% y un PIB per cápita de 4.367 dólares. Esta combinación de gran población, estabilidad económica y crecimiento sostenido consolida a Indonesia como un actor clave tanto en la región del sudeste asiático como en la economía mundial, representando un mercado emergente de gran potencial para el desarrollo futuro.
La ministra Indrawati señaló también que el país no puede quedar atrapado en la dicotomía Estados Unidos-China que domina gran parte de la agenda internacional actual. En su lugar, propuso un modelo de «alianzas flexibles» que privilegie el crecimiento sostenible por encima de los condicionamientos ideológicos o geopolíticos.
Indonesia, se encuentra en una posición única para ejercer influencia regional sin necesidad de subordinarse a ninguna de las superpotencias en pugna. La región del Sudeste Asiático se ha transformado en uno de los tableros más disputados del orden mundial emergente. En este escenario, Indonesia reclama para sí un liderazgo que considera natural. Su economía, una de las más dinámicas dentro del G20, le otorga credenciales suficientes para aspirar a ejercer una diplomacia económica de alcance regional e incluso global. Pero este liderazgo, según la visión oficial, debe estar basado en la construcción de consensos.
La administración del presidente Joko Widodo ha venido trabajando sistemáticamente en esta dirección, fortaleciendo los vínculos con países de la ASEAN mientras mantiene relaciones pragmáticas tanto con Washington como con Pekín. El gobierno indonesio ha optado por proyectar «una voz propia» en los foros multilaterales.
Esta aproximación incluye el desarrollo de una política macroprudencial robusta y una apertura internacional selectiva, que priorice sectores estratégicos sin sacrificar la soberanía económica nacional. «Más que nuevos paradigmas para Indonesia, esto representa la necesidad de levantar la mano y decir presente en la escena mundial, sin pedirle permiso a nadie», enfatizó Indrawati.
El discurso de autonomía estratégica no se limita a la retórica política. Indonesia ha emprendido un ambicioso programa de reformas domésticas diseñado para fortalecer sus capacidades internas y reducir su dependencia externa en sectores clave.
Entre las medidas más significativas se encuentra la simplificación de los procedimientos empresariales, un proceso que busca mejorar el clima de inversión sin comprometer los estándares regulatorios. Paralelamente, el gobierno ha incrementado sustancialmente la inversión en infraestructuras verdes, posicionando al país como un referente en la transición energética regional.
El fortalecimiento del sistema financiero constituye otro pilar fundamental de esta estrategia. A través de reformas que mejoren la supervisión bancaria y amplíen el acceso al crédito, Jakarta busca crear las condiciones necesarias para sustentar un crecimiento económico sostenido y menos vulnerable a los choques externos.
La reflexión final de Indrawati es clara “vamos hacia una inserción internacional activa y selectiva”.