Iberoamérica en el centro del tablero: la nueva geopolítica de los materiales estratégicos

Los nuevos tesoros del planeta son invisibles a simple vista: litio, cobre, níquel, tierras raras. América Latina alberga algunos de los yacimientos más importantes del planeta. Esta riqueza ha atraído una ola de inversiones y acuerdos internacionales..
13/11/2025
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Vista aérea de una mina de cobre en el altiplano del desierto de Atacama, en el norte de Chile.

En el siglo XXI, la riqueza ya no se mide solo en petróleo o gas. Los nuevos tesoros del planeta son invisibles a simple vista: litio, cobre, níquel, tierras raras. Y en la pugna por controlarlos, Iberoamérica emerge como un actor decisivo en la reconfiguración de la geopolítica comercial global.

La nueva era de los materiales críticos

La transición energética y la digitalización masiva han disparado la demanda de minerales esenciales para fabricar baterías, vehículos eléctricos, paneles solares y dispositivos tecnológicos.

Estos materiales estratégicos —litio, cobalto, grafito, manganeso, entre otros— son hoy un recurso geoeconómico tan sensible como lo fue el petróleo en el siglo XX. La concentración de su extracción y refinado en pocos países ha convertido su comercio en un instrumento de poder global. China, que procesa más del 80 % de las tierras raras del mundo, domina buena parte de la cadena de suministro y usa esa ventaja con fines estratégicos. Estados Unidos y la Unión Europea, conscientes del riesgo de dependencia, buscan urgentemente alternativas.

Iberoamérica: el nuevo eje de la competencia global

América Latina alberga algunos de los yacimientos más importantes del planeta. El “triángulo del litio” —Argentina, Chile y Bolivia— concentra más del 60 % de las reservas mundiales de este metal. Perú y Chile son líderes en cobre, mientras Brasil destaca por su potencial en níquel, manganeso y tierras raras.

Esta riqueza ha atraído una ola de inversiones y acuerdos internacionales.

China ha firmado pactos de suministro con Bolivia, Argentina y Chile para garantizar el acceso a litio y otros minerales clave.

Estados Unidos impulsa el friend-shoring, para asegurar que los proveedores y fabricantes estén en países con relaciones sólidas, estables y confiables, reduciendo riesgos geopolíticos, promoviendo inversiones en países aliados del hemisferio para reducir la influencia china.

La Unión Europea, bajo el Critical Raw Materials Act (CRMA), cuyo objetivo es garantizar el acceso seguro y sostenible a materiales esenciales para sectores estratégicos: energías renovables, digitalización, defensa y aeronáutica. Esta ley responde a la creciente dependencia de la UE de importaciones de materiales críticos, especialmente de países como China. Europa busca acuerdos con socios latinoamericanos que aseguren abastecimiento estable y sostenible para fortalecer su autonomía estratégica.

El resultado es una competencia triangular por el control del futuro energético y tecnológico, con Iberoamérica como terreno estratégico.

Para los gobiernos latinoamericanos, el desafío consiste en aprovechar este auge sin repetir los errores históricos de dependencia extractiva. Algunos países buscan industrializar parte del proceso: instalar plantas de refinado, producción de cátodos o ensamblaje de baterías.

Chile, por ejemplo, ha adoptado una política de “litio con valor agregado” que exige participación estatal y transferencia tecnológica.

Sin embargo, también surgen riesgos, los conflictos ambientales, tensiones sociales y dilemas sobre la soberanía de los recursos. La región se enfrenta a la disyuntiva entre ser proveedora de materias primas o protagonista de la economía verde.

Las potencias occidentales quieren reducir su dependencia de China, pero lo hacen compitiendo entre sí por los mismos recursos. En este tablero, Iberoamérica puede jugar un papel clave si logra una estrategia coordinada. Algunos analistas ya hablan de una “OPEP del litio”, una posible alianza regional para negociar precios y condiciones más justas.

La batalla por los materiales estratégicos apenas ha comenzado. Y, por primera vez en décadas, Iberoamérica no es solo mero espectador, sino pieza central en el juego de poder que definirá la economía del futuro.

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