La relación franco-alemana atraviesa un momento crucial de redefinición. Desde la llegada de Friedrich Merz a la cancillería alemana tras las elecciones de febrero de 2025, el vínculo entre París y Berlín busca recuperar su protagonismo como motor de la integración europea.
Friedrich Merz, heredero de la tradición franco-alemana de la CDU que marcaron figuras como Konrad Adenauer, Helmut Kohl y Wolfgang Schäuble, comparte con Emmanuel Macron una química personal que trasciende las diferencias políticas. Esta sintonía entre ambos líderes genera expectativas sobre la posibilidad de superar las tensiones acumuladas en los últimos años y reconstruir el liderazgo conjunto que Europa necesita en tiempos de crisis.
Sin embargo, la buena sintonía personal no garantiza automáticamente el éxito de este proceso de «reset». Las ambiciones expresadas por ambos gobiernos requieren traducirse en hojas de ruta concretas y realizables que aborden los temas fundamentales: defensa, industria militar, energía, comercio y competitividad europea. El contexto geopolítico actual, marcado por la guerra en Ucrania y las tensiones comerciales globales, exige respuestas coordinadas que solo un partenariado franco-alemán renovado puede proporcionar.
La propuesta de reactivar el Consejo Franco-Alemán de Defensa y Seguridad, representa un paso fundamental hacia la coordinación estratégica. Esta estructura institucional, creada en 1988 pero relegada a un segundo plano en años recientes, debe recuperar su función original como espacio privilegiado del diálogo estratégico entre ambos países.
El alcance de esta coordinación abarca desde el apoyo militar a Ucrania hasta la planificación de la producción de defensa, pasando por la definición de objetivos estratégicos conjuntos. Los programas del avión de combate del futuro (SCAF) y el carro de combate de nueva generación (MGCS) constituyen ejemplos concretos de esta colaboración industrial que requiere un seguimiento político de alto nivel.
La posición más firme adoptada por Merz frente a Rusia marca una ruptura con las ambivalencias del pasado alemán. El canciller ha expresado su disposición a considerar garantías de seguridad para Ucrania que no excluyen la posibilidad de un compromiso militar directo, una declaración que refleja la magnitud del cambio en la doctrina alemana. Esta evolución, alineada con las declaraciones del presidente Trump sobre la disponibilidad de Berlín, Londres y París para desplegar tropas en territorio ucraniano, ilustra la presión creciente sobre Alemania para asumir mayores responsabilidades internacionales.
La política energética representa otro ámbito crucial para el entendimiento franco-alemán. El objetivo de Merz de alcanzar un crecimiento del 2% anual requiere fuentes de energía más económicas, lo que implica un enfoque pragmático que trascienda las divisiones ideológicas del pasado. La hoja de ruta conjunta publicada en Le Figaro y Die Welt el 7 de mayo promete un «realineamiento» de las políticas energéticas de ambos países.
El principio de «neutralidad tecnológica» defendido por ambos líderes busca garantizar un tratamiento no discriminatorio de todas las energías bajas en carbono dentro de la Unión Europea. Esta aproximación pragmática se extiende al hidrógeno bajo en carbono, facilitando las discusiones sobre la taxonomía europea y abriendo nuevas vías de cooperación.
La agenda franco-alemán para la competitividad europea debe enfrentar desafíos comerciales que revelan diferencias de enfoque entre ambos países. Mientras Francia privilegia la soberanía europea y la protección de sectores estratégicos, Alemania, dependiente de sus exportaciones, busca diversificar sus socios comerciales ante las crecientes tensiones con Estados Unidos.
La ratificación del acuerdo comercial con MERCOSUR permanece como un punto de fricción significativo. Alemania aboga por una firma «rápida» del acuerdo, mientras Francia mantiene reservas sobre sus implicaciones para la agricultura y otros sectores sensibles. Esta divergencia ilustra las dificultades para conciliar los intereses económicos alemanes con las preocupaciones francesas sobre la competencia desleal.
El dispositivo «Finance Europe», lanzado en junio de 2025 para dirigir el ahorro europeo hacia empresas del continente, representa un ejemplo concreto de las iniciativas bilaterales para fortalecer la competitividad. Esta herramienta de simplificación administrativa busca crear sinergias entre los programas nacionales de reformas económicas y sociales.
El momento actual presenta una ventana de oportunidad única para el partenariado franco-alemán, pero también enfrenta amenazas significativas que podrían comprometer su futuro. Las disensiones creadas por la falta de coherencia en las posiciones alemanas en Bruselas han generado tensiones innecesarias que requieren corrección urgente.
Una coordinación anticipada y a largo plazo entre Francia y Alemania permitiría a ambos países ejercer un liderazgo conjunto en Europa, cuya naturaleza específica debe definirse durante el próximo Consejo de Ministros Franco-Alemán. La cooperación bilateral es más necesaria que nunca, y corresponde a ambos países aportar una contribución significativa a la recomposición europea que se avecina.