Después de meses de caídas, los fletes marítimos volvieron a subir en octubre y encendieron las alarmas en los puertos sudamericanos. Las tarifas spot en rutas de larga distancia experimentaron aumentos abruptos: 38% desde el Lejano Oriente hacia la costa oeste de Estados Unidos y 23% hacia la costa este, según datos de Xeneta.
Los números son contundentes. Un contenedor de 40 pies (FEU) desde Asia hacia la costa oeste estadounidense alcanzó los 2.138 dólares, mientras que hacia la costa este llegó a 3.038 dólares. Aunque el fenómeno se concentra en los corredores Asia–Estados Unidos y Asia–Europa, sus efectos ya tocan las puertas de Sudamérica.
La tormenta perfecta para las navieras
Tres factores convergen detrás del repunte. Primero, las navieras redujeron deliberadamente la oferta para sostener los precios. Segundo, la manufactura asiática se reactivó tras la Golden Week. Tercero, los armadores buscan fortalecer su posición antes de las negociaciones de contratos 2026.
DHL, C.H. Robinson y Maersk advierten que las rutas Asia–Sudamérica comienzan a sentir la presión. La ocupación de buques hacia la costa este del continente ya supera el 85-90%, y se esperan cancelaciones de viajes hasta noviembre.
C.H. Robinson reporta que las tarifas Asia–Sudamérica se mantuvieron estables en la primera quincena de octubre, pero proyecta alzas para noviembre, cuando la producción asiática recupere su ritmo habitual.
DHL Global Forwarding confirma el diagnóstico: ocupación alta, demanda sostenida e itinerarios cancelados son la receta perfecta para presionar tarifas en las próximas semanas.
El panorama se complica más. Maersk destaca que las importaciones hacia Latinoamérica siguen firmes —especialmente por la costa atlántica— impulsadas por la recuperación gradual del consumo. A esto se suma el anuncio de Hapag-Lloyd de un incremento tarifario (General Rate Increase) de 1.000 dólares por FEU aplicado desde abril. El mensaje es claro: los costos logísticos van en ascenso.
¿Pico temporal o nueva realidad?
Los analistas consideran que el alza es más táctica que estructural. La sobrecapacidad global persiste: la flota crecerá 3,6% en 2026, mientras que la demanda apenas aumentará 3%. Esto sugiere que las tarifas se estabilizarán una vez superada la temporada alta.
Aun así, las tarifas actuales están lejos de los picos pandémicos de 2021-2022, pero el comportamiento de los armadores indica una nueva estrategia: mantener el equilibrio entre oferta y demanda, incluso si eso implica ajustes constantes en precios y disponibilidad de equipos.
Para Argentina, el panorama es sensible, gran parte del comercio exterior del país depende de servicios con transbordo en puertos brasileños o panameños. Cualquier alteración en los flujos Asia–Sudamérica impacta directamente en costos, tiempos de tránsito y previsibilidad operativa.
Los exportadores e importadores sudamericanos enfrentan un imperativo: anticipar reservas de espacio y negociar contratos con mayor antelación. En un mercado donde los armadores ajustan capacidad para defender márgenes, planificar tarde puede significar pagar más o quedarse sin espacio.
La respuesta regional
Sudamérica debe fortalecer su infraestructura portuaria e integración logística para no quedar a merced de los ciclos globales. El desafío es no quedar atrapados en la dinámica de ajuste de las grandes rutas, sino consolidar servicios regionales que garanticen previsibilidad a los exportadores.
Las próximas semanas serán decisivas. Operadores portuarios y cargadores sabrán si el repunte de octubre fue apenas estacional o marca el inicio de un nuevo ciclo en las tarifas marítimas globales. Por ahora, la señal de alerta está encendida.