La economía europea experimentó un crecimiento prácticamente plano durante el segundo trimestre de 2025, con la zona euro registrando apenas un 0,1% de incremento del PIB y la Unión Europea un 0,2%, según datos de Eurostat. Estas cifras reflejan el impacto de la guerra comercial impulsada por Estados Unidos, que ha creado un ambiente de incertidumbre tras las secuelas aún presentes de la invasión rusa a Ucrania.
La inversión privada se convirtió en el mayor freno al crecimiento, restando cuatro décimas al PIB trimestral. Las empresas europeas han mostrado cautela ante las negociaciones arancelarias poco claras y la política económica estadounidense cambiante, posponiendo proyectos de expansión y modernización.
El sector exterior también contribuyó negativamente, restando dos décimas adicionales. Las disrupciones comerciales han afectado tanto exportaciones como importaciones, impactando especialmente a los sectores manufactureros.
A pesar del panorama desafiante, varios elementos mantuvieron el crecimiento en territorio positivo. La inversión pública, coordinada desde Bruselas, actuó como contrapeso a la caída privada. El gasto de los hogares demostró resistencia, mientras que la reposición de inventarios empresariales proporcionó un impulso adicional.
España ejemplifica el potencial de la coordinación europea, habiendo recibido un desembolso récord de 23.100 millones de euros del Fondo de Recuperación de la UE. Estos recursos han fortalecido la inversión pública española, canalizando hacia infraestructura, digitalización y transición ecológica.
Los resultados del segundo trimestre subrayan la importancia de desarrollar mayor autonomía estratégica europea. La respuesta coordinada desde Bruselas, como evidencian los fondos de recuperación, ofrece un camino hacia la estabilización, aunque requiere una implementación más amplia y sostenida para superar este período de desaceleración económica.