México se ha consolidado como el epicentro del nearshoring en América Latina durante 2025, concentrando el 72% de toda la relocalización empresarial en la región. La inversión extranjera directa alcanzó un récord histórico de 21.400 millones de dólares en el primer trimestre del año, impulsada principalmente por el sector manufacturero y el boom de la relocalización de cadenas de suministro desde Asia.
Este fenómeno representa un cambio de paradigma para la economía mexicana. Proyecciones de distintos organismos indican que se esperan alrededor de 400 nuevas empresas extranjeras estableciéndose en el país durante 2025, con la manufactura, los servicios y la tecnología experimentando reconfiguraciones significativas para atender las demandas actuales y futuras del mercado norteamericano.
El impacto económico del nearshoring se refleja en múltiples indicadores. La economía mexicana proyecta un crecimiento del 1,3% para 2025, con una tasa de desempleo de apenas 3,3%, una de las más bajas de la región. Análisis de Deloitte sugieren que la producción manufacturera podría añadir 2,4% al PBI, mientras que se estima la creación de 1.100.000 empleos adicionales vinculados a esta tendencia.
Sectores como la electrónica y la manufactura automotriz han experimentado inversiones domésticas sustanciales tras el incremento en la demanda de productos fabricados en México. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el nearshoring podría agregar 78.000 millones anuales en exportaciones adicionales de bienes y servicios desde América Latina y el Caribe, de los cuales 64.000 millones corresponden a bienes exportados.
Sin embargo, el panorama no está exento de desafíos críticos. Las tensiones comerciales generadas por los aranceles de Trump están perturbando las dinámicas de la manufactura norteamericana, representando un golpe particularmente duro para los proveedores canadienses de autopartes pero generando oportunidades para México. La administración mexicana ha establecido un comité específico llamado «Comité de Desarrollo y Nearshoring» para fomentar la atracción de nuevas inversiones y coordinar esfuerzos con el sector privado.
Los cuellos de botella en infraestructura y suministro energético emergen como las preocupaciones más apremiantes. Una reforma energética ambigua aprobada en 2025 probablemente fortalecerá el control estatal sobre el suministro de combustibles, pero la legislación secundaria relacionada permanece poco clara respecto a cómo pueden participar las empresas privadas en la generación eléctrica. Esta incertidumbre energética podría frenar inversiones futuras si no se resuelve rápidamente.
Otro aspecto preocupante son las cuestiones de seguridad que enfrentan las empresas que consideran a México como destino de nearshoring. Abordar estos desafíos de seguridad es fundamental para fomentar la confianza de los inversionistas y crear un entorno que nutra el crecimiento económico sostenible.
Análisis matizados sugieren que muchas de las ganancias de México provienen de la desviación comercial más que de la relocalización de capital extranjero a gran escala. Mientras que los beneficios del nearshoring comenzaron a materializarse en 2022, particularmente en términos de inversión doméstica incrementada, la realidad es más compleja que la narrativa triunfalista sugiere.
Con esfuerzos tanto del sector público como privado para fortalecer las cadenas de suministro locales y regionales, incrementando el contenido local de bienes producidos en México, el país enfrenta el 2025 con una oportunidad histórica que, según expertos, «es de México para perderla». El desafío será convertir el impulso actual en desarrollo sostenible de largo plazo, superando las limitaciones estructurales que aún persisten.