El desafío de la productividad en América Latina

La región enfrenta baja productividad empresarial y una asignación ineficiente de recursos.
01/12/2025
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La baja productividad se ha convertido en el principal obstáculo para que América Latina reduzca la distancia con las economías desarrolladas. Mientras otras regiones emergentes de Asia y Europa han logrado avances sostenidos en las últimas dos décadas, la región latinoamericana permanece estancada, incapaz de aprovechar plenamente su capital y fuerza laboral.

El diagnóstico es contundente: América Latina padece un doble desafío. Por un lado, los niveles de productividad total de factores son significativamente bajos. Por otro, el crecimiento de esta productividad ha sido persistentemente débil. Entre 2000 y 2019, la región registró tasas de crecimiento negativas, mientras otras economías emergentes avanzaban con cifras positivas.

Recursos en los lugares equivocados

Un factor crítico detrás de este rezago es la asignación ineficiente de recursos. En el sector manufacturero de Brasil, Colombia y México, esta ineficiencia reduce la productividad un 18% por debajo de su potencial, una cifra superior al 12% observado en mercados emergentes de Asia y Europa. El problema se extiende a todos los sectores de la economía.

Lo más preocupante es que los recursos no fluyen hacia las empresas más productivas. Las empresas de alta eficiencia enfrentan barreras desproporcionadas que limitan su expansión, mientras que las menos productivas permanecen operativas durante períodos excesivamente largos. Esta dinámica impide que la región aproveche su verdadero potencial económico.

El estancamiento empresarial

El segundo gran problema es que las empresas sobrevivientes no logran mejorar su productividad con el tiempo. Entre 2005 y 2019, estas empresas contribuyeron negativamente con un -1,5% al crecimiento de la productividad en la región. A diferencia de otras regiones donde las empresas existentes se modernizan constantemente, en América Latina muchas carecen de la capacidad para invertir en mejoras e innovación.

Las fricciones que frenan el progreso

Tres tipos de obstáculos estructurales explican esta situación. Primero, las regulaciones basadas en el tamaño de las empresas crean desincentivos al crecimiento. Muchas empresas prefieren mantenerse por debajo de ciertos umbrales para evitar mayores cargas tributarias y laborales, limitando artificialmente su escala y eficiencia.

Segundo, las restricciones financieras son severas. La relación crédito-PBI en América Latina está muy por debajo del promedio de otras economías emergentes, y hasta las empresas productivas tienen dificultades para acceder al financiamiento necesario para expandirse.

Tercero, la competencia limitada debilita los incentivos para innovar. La región se caracteriza por una alta concentración de mercado y la presencia de conglomerados dominantes que enfrentan poca presión competitiva.

Un camino posible

La buena noticia es que existen soluciones probadas. Experiencias exitosas en Nueva Zelandia o Estonia, muestran que reformas bien diseñadas pueden revertir estas tendencias. Eliminar gradualmente los umbrales basados en el tamaño, fortalecer los mercados financieros, ampliar los sistemas de información crediticia y reforzar las autoridades de competencia son medidas concretas que han demostrado su eficacia.

Si América Latina lograra alcanzar los niveles de eficiencia en la asignación de recursos observados en las economías avanzadas, podría reducir su brecha de productividad en más de un tercio, un avance sustancial que transformaría las perspectivas de crecimiento de la región. El desafío es grande, pero el camino está trazado.

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