Los eventos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes e intensos, están poniendo a prueba la resistencia de los sistemas productivos internacionales, generando efectos dominó que trascienden las fronteras nacionales.
Un estudio del proyecto RETHINK-GSC, financiado por la Unión Europea y dirigido por el Instituto Kiel de Economía Mundial, presenta un análisis de cómo las perturbaciones climáticas locales pueden propagarse a través de las redes comerciales mundiales, amplificando su impacto económico exponencialmente.
La amenaza de las restricciones a la exportación
Uno de los hallazgos más alarmantes del estudio se centra en la propensión de los gobiernos a imponer restricciones comerciales como respuesta inmediata a las crisis climáticas. Dr. Poitiers, investigador del influyente centro de estudios Bruegel y coautor del informe, explica que «existe un alto riesgo de que, tras fallos en las cosechas relacionados con el clima, los gobiernos impongan restricciones a la exportación de productos agrícolas. Tales restricciones reducen la disponibilidad en otros países, elevando los precios tanto a nivel nacional como internacional, demostrando cómo los eventos climáticos locales pueden tener repercusiones globales».
La crisis del arroz de 2007-2008 ilustra esta dinámica: en seis meses, los precios mundiales se triplicaron, desencadenando protestas en más de 30 países y demostrando cómo las decisiones políticas reactivas amplifican el impacto de las perturbaciones climáticas.
La conclusión del Dr. Poitiers es categórica: «Los riesgos climáticos representan una carga para las cadenas de valor en todo el mundo. Por tanto, es crucial que los gobiernos coordinen sus medidas a nivel internacional». Esta coordinación se vuelve aún más urgente considerando que los modelos climáticos predicen un incremento significativo en la frecuencia y severidad de estos eventos extremos.
Los autores proponen crear incentivos que motiven a las empresas en regiones vulnerables a reubicarse en áreas más seguras o invertir en medidas de reducción del riesgo climático, equilibrando el apoyo gubernamental con los incentivos de mercado para la adaptación.
El estudio identifica varios canales de impacto: pérdidas de producción tras desastres naturales, restricciones de agua y energía, y daños a infraestructuras. Los ejemplos incluyen inundaciones que dañan fábricas, proliferación de plagas agrícolas y reducción de producción eléctrica durante sequías. Los ríos pueden volverse intransitables durante períodos de agua extremadamente baja, interrumpiendo rutas comerciales vitales.
Aunque los eventos extremos han tenido impacto limitado hasta ahora, los expertos anticipan un escenario más desafiante. El profesor Holger Görg, líder del proyecto RETHINK-GSC, advierte que «esto afectará no solo a las regiones directamente impactadas, sino también a áreas económicas más amplias a través del comercio internacional, y potencialmente a la economía global en su conjunto».
Los modelos climáticos predicen un incremento sustancial en la intensidad y frecuencia de eventos extremos. Görg concluye: «Las medidas para mitigar el daño se están volviendo cada vez más importantes para empresas y gobiernos».
El proyecto RETHINK-GSC reúne investigadores de 11 institutos internacionales, desarrollando nuevas metodologías para analizar los cambios en los procesos de producción global. La coordinación internacional emerge como elemento central de cualquier estrategia efectiva de adaptación, ya que las respuestas fragmentadas pueden amplificar los impactos de las crisis climáticas.
La investigación representa un llamado a la acción: el futuro de las cadenas de suministro globales dependerá de la capacidad internacional para transformar estos desafíos climáticos en oportunidades para construir sistemas económicos más robustos y adaptables.