El Acuerdo de Asociación Unión Europea-Mercosur: Una alianza inédita en momentos de cambio del Mercosur

Autores:
Ramón Casilda Béjar, Miembro del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT). Universidad de Alcalá. y Ignacio Bartesaghi, Director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay.
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El Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) constituye una alianza inédita, resultado de veinticinco años de negociaciones complejas. No se trata únicamente de un Tratado de Libre Comercio, sino que representa un instrumento político fundamental que impulsa el diálogo y la cooperación, llevando a ambos bloques hacia un hito sin precedentes. Su aplicación crearía el mayor espacio comercial del mundo, abarcando a 735 millones de personas y consolidando la integración regional.

El Acuerdo fue anunciado en Montevideo el 6 de diciembre de 2024, durante la LXV Cumbre de presidentes del Mercosur, sobre la base del marco establecido en 2019. Incorpora nuevas medidas en comercio y desarrollo sostenible. Para Mercosur, significa diversificación exportadora y una mayor integración regional, aunque de manera asimétrica, ya que Brasil compensa los déficits de otros socios como Paraguay y Uruguay. Entre los objetivos principales de Mercosur destacan la libre circulación de bienes y servicios, la adopción de un arancel externo común, la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales, y la armonización legislativa, todo ello para fortalecer la integración.

El acuerdo busca establecer un equilibrio y elevar la competitividad de los países del Mercosur en su acceso al mercado europeo, apostando por la agregación de valor a través de la innovación y la tecnología. Además, incorpora altos estándares sociales y medioambientales, en los que la UE es referente. Es pionero en acción climática, con referencias explícitas al Acuerdo de París y una promoción activa de la transición verde mediante un marco regulatorio y de cooperación reforzado. Así, el acuerdo contribuye a la configuración de normas internacionales y promueve los valores europeos en sostenibilidad y derechos laborales.

La integración económica en América Latina ha atravesado diversas etapas, pasando de enfoques voluntaristas a la actual fase marcada por consideraciones pragmáticas y geopolíticas. El acuerdo marca el comienzo de una nueva era, tomando la integración europea como modelo, aunque las diferencias políticas y económicas han limitado una integración tan profunda en Mercosur. No obstante, el principio de cooperación regional sigue siendo esencial para incrementar la competitividad y el bienestar compartido.

Las asimetrías estructurales entre la UE y Mercosur son evidentes: mientras la UE cuenta con una base industrial y tecnológica sólida, Mercosur depende de bienes primarios y presenta menor sofisticación productiva. Sin embargo, la diversificación de relaciones económicas es especialmente relevante en un contexto global incierto, por lo que la firma del acuerdo resulta urgente. El consenso de todos los países del Mercosur, junto al apoyo de líderes como Lula da Silva y la alta representante de la UE, Kaja Kallas, refuerzan la viabilidad del acuerdo. La Comisión Europea ha separado el pilar comercial del político y de cooperación para facilitar su entrada en vigor tras la aprobación del Consejo y el Parlamento Europeo, sin requerir ratificación nacional. A pesar de ello, la oposición de sectores agrícolas en países como Francia genera incertidumbre sobre la ratificación definitiva. Un retraso podría afectar gravemente al Mercosur y su agenda interna, mientras que para la UE representa una oportunidad para reafirmar su autonomía estratégica.

El Acuerdo se estructura en torno a tres pilares: político, cooperación y comercio. Elimina más del 90% de los aranceles bilaterales, armoniza normativas técnicas, sanitarias y de contratación pública, y protege numerosas indicaciones geográficas. Mercosur liberalizará el 91% de sus importaciones y la UE el 92%, lo que supondrá ahorros importantes y un aumento de competitividad. Además, fomenta la innovación, la sostenibilidad y el desarrollo tecnológico en Mercosur, evitando la reprimarización de sus economías.

La integración entre la UE y América Latina, basada en una larga historia de vínculos políticos, económicos y culturales, sale reforzada. El comercio bilateral y las inversiones han crecido notablemente, y la UE impulsa la iniciativa Global Gateway, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y dotada con 45.000 millones de euros hasta 2027. Esta agenda de inversiones se centra en sectores clave como infraestructuras, energía, digitalización e innovación, con inversiones en Mercosur que hasta la fecha suman 1.800 millones de euros.

El éxito del acuerdo dependerá de lograr un equilibrio entre crecimiento económico sostenible y consenso político. Su ratificación lo convertiría en una de las palancas más poderosas para la prosperidad de ambos bloques. La UE, que representa más del 10% del comercio de Mercosur, busca consolidar su liderazgo, mientras Mercosur debe avanzar en su integración y credibilidad internacional.

En definitiva, el acuerdo es un paso clave hacia la diversificación de alianzas y la reducción de dependencias estratégicas en un mundo fragmentado. Para Mercosur, facilita la industrialización y la inserción en cadenas globales de valor en sectores como la energía limpia y la digitalización. Articular una agenda común basada en inversión, valor añadido y sostenibilidad, junto con la apertura exportadora de Mercosur, reforzará la autonomía estratégica de Europa y promoverá un desarrollo más equilibrado y resiliente en Mercosur, desmintiendo visiones reduccionistas del acuerdo.

Tanto la UE como Mercosur afrontan transformaciones económicas, comerciales, tecnológicas y sociales, en las que la sostenibilidad y la inclusión serán claves, en un contexto de transición hacia energías limpias y desarrollo sostenible. Pronto se conocerá el desenlace: la LXVII Cumbre de Mercosur, prevista en Brasilia el próximo mes de diciembre, probablemente acogerá la firma definitiva del acuerdo de acuerdo a lo anunciado por el presidente Lula, culminando veinticinco años de esfuerzos y negociaciones.

La eventual firma del acuerdo llega en momentos de cambio para el Mercosur, especialmente por dos hechos que han marcado la agenda regional en las últimas semanas y que presionan aún más la necesidad de formar definitivamente la alianza estratégica entre el Mercosur y Europa.

En primer lugar, debe destacarse el anuncio realizado por Estados Unidos respecto a su acuerdo con Argentina, del que aún se conoce poco respecto al contenido, pero que adelanta incorporará preferencias recíprocas, además de inversiones. Este acuerdo ubicará a Argentina en un sitial de privilegio en el acceso al mercado estadounidense si se lo compara con los aranceles que hoy enfrenta Brasil, Paraguay y Uruguay.

Más allá de que las eventuales preferencias que le otorgue Argentina a Estados Unidos sean en el marco del régimen de excepciones al arancel externo común del bloque, las que fueron ampliadas recientemente en la última cumbre del Mercosur, lo cierto es que el miembro del bloque incumpliría con las normas que impedirían las negociaciones bilaterales de sus socios, algo que Uruguay ha cuestionado desde tiempo atrás.

Poco tiempo después del anuncio de Argentina, Uruguay hizo lo propio con la noticia de que la Comisión del CPTPP reunida en Australia, aprobó el inicio de negociaciones para ser parte del Acuerdo Transpacífico, solicitud que Uruguay hizo en noviembre de 2022 y se encontraba en lista de espera para avanzar en las negociaciones. En este caso, se está incluso en el posible ingreso al acuerdo más avanzado en normas comerciales a nivel mundial, con nada menos que doce miembros, algunos con los cuales Uruguay ya tiene preferencias comerciales en el marco de acuerdos suscritos en la ALADI.

Si bien se trata de dos noticias aún en curso, ya que en ningún caso están cerradas las negociaciones, en las últimas semanas el Mercosur avanzó de hecho en un debate histórico vinculado con la flexibilización, lo que quiere decir la posibilidad de negociar acuerdos comerciales de forma individual. Esta nueva etapa, que es observada por Brasil con cautela sin reclamo aparente hasta el momento debido a que su apuesta es mostrar unidad de cara a la firma del acuerdo con la UE. Para la UE, lo ocurrido en el Mercosur en las últimas semanas debe ser un ingrediente más para acelerar la firma del acuerdo, culminando el año 2025 con un enorme logro económico, comercial y político con el Mercosur

Acerca del autor

Ramón Casilda Béjar es Presidente de la Asociación de Empresas Multilatinas en España. Miembro del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT). Universidad de Alcalá (España).

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