La desdolarización en el comercio internacional avanza silenciosa pero rápidamente, alterando los cimientos del sistema financiero global. Durante décadas, la hegemonía del dólar estadounidense fue incuestionable, pero actualmente enfrenta un desafío serio con la construcción de alternativas financieras impulsadas por un grupo de países liderados por potencias emergentes y respaldados por nuevas tecnologías. Este proceso podría cambiar el equilibrio del poder económico mundial.
Aunque el concepto de desdolarización no es nuevo, en los últimos tiempos ha ganado impulso debido a varios factores. Las sanciones financieras occidentales, particularmente las impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania, fueron un desencadenante decisivo. El congelamiento de las reservas del banco central ruso en dólares evidenció para muchos países los riesgos de depender de un sistema controlado por una sola potencia que puede utilizar su moneda como instrumento geopolítico.
Quienes dieron impulso a este proceso:
China: Principal impulsor de la desdolarización, ha establecido más de 30 acuerdos de swap de divisas con bancos centrales y promueve el uso del yuan en el comercio de commodities, especialmente con Rusia, Arabia Saudita y Brasil. La “petroyuan” es ya una realidad en esta estrategia.
Rusia: Ha adoptado el comercio en rublos, yuanes y otras monedas amigas, siendo ya casi el 80% de su comercio con China liquidado en estas divisas.
BRICS y aliados: Brasil, India, Sudáfrica, junto con países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, exploran activamente mecanismos de pago en monedas locales para el comercio bilateral, reduciendo así la dependencia del dólar.
Unión Europea: Aunque aliados de Estados Unidos, actores como el presidente Emmanuel Macron defienden una mayor autonomía financiera que permita reducir la dependencia europea del dólar.
Este proceso de desdolarización representa un cambio importante, una posible reducción en la demanda de dolares puede implicar un aumento de las tasas de interés estadounidenses, mayores costos de crédito y un impacto en el crecimiento económico, según análisis de expertos financieros.
A nivel global, el paso hacia un sistema multipolar en divisas genera tanto oportunidades —como autonomía financiera y menor exposición a la política monetaria estadounidense— como riesgos, por la posible fragmentación del sistema monetario, la dispersión de la liquidez global y un aumento de la volatilidad cambiaria.
Aunque el dólar conserva su posición central con cerca del 60% de las reservas globales, datos del Fondo Monetario Internacional muestran que su participación en las reservas de los bancos centrales ha caído del 66% en 2013 al 58,5% en 2022, siendo esa pérdida absorbida por monedas como el yuan, el dólar australiano y el canadiense, entre otros.