China renuncia a los privilegios de país en desarrollo en la OMC

Un movimiento estratégico que redefine el tablero del comercio global
29/09/2025
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China ha anunciado que dejará de solicitar los beneficios especiales y diferenciales (SDT) que la Organización Mundial del Comercio otorga a los países en desarrollo. Aunque Pekín conservará formalmente su estatus como economía en desarrollo, la decisión de renunciar voluntariamente a estas ventajas marca un punto de inflexión en las dinámicas del sistema comercial global.

La medida no surge en el vacío. Durante años, Estados Unidos y Europa han criticado que la segunda economía mundial se beneficie de tratamientos preferenciales diseñados para naciones con menor capacidad productiva. Para Washington y Bruselas, resultaba contradictorio que un gigante industrial y tecnológico como China siguiera acogido a privilegios pensados para proteger a economías más vulnerables. Esta presión externa ha encontrado ahora una respuesta calculada por parte de Pekín.

Al renunciar a estos beneficios, China envía una señal potente: está dispuesta a competir en igualdad de condiciones y se compromete con un sistema comercial más justo y equilibrado. Este gesto adquiere particular relevancia en un contexto donde el gigante asiático busca posicionarse como defensor del libre comercio, precisamente cuando Estados Unidos profundiza su giro proteccionista. La narrativa es clara: mientras Washington levanta barreras, Pekín abre puertas.

Sin embargo, esta decisión estratégica no cierra los debates sobre las prácticas comerciales chinas. Múltiples procedimientos por presunta competencia desleal continúan su curso en diversos foros internacionales, y las tensiones con Occidente persisten en áreas como subsidios industriales, transferencia forzada de tecnología y acceso a mercados. La renuncia a los beneficios SDT no elimina estas controversias, pero sí puede desbloquear espacios de negociación que parecían congelados.

Para la arquitectura del comercio global, las implicaciones son significativas. La reforma de la OMC, estancada durante años, podría encontrar un nuevo impulso. Al liberar estos beneficios especiales, se abre espacio para que las economías verdaderamente en desarrollo —aquellas que sí necesitan protección y márgenes de maniobra— puedan aprovecharlos sin que el debate quede empantanado por la presencia del coloso chino en esa categoría.

Es importante señalar que esta renuncia afectará principalmente a futuras negociaciones y acuerdos comerciales dentro de la OMC. Los tratados ya vigentes permanecerán intactos, lo que significa que el impacto real de esta decisión se verá en el mediano y largo plazo, conforme se desarrollen nuevas rondas de negociación y se busquen actualizaciones del marco regulatorio internacional.

En última instancia, el movimiento chino es tanto un ejercicio de pragmatismo como de diplomacia comercial. Responde a presiones concretas, mejora su imagen internacional y, al mismo tiempo, podría catalizar reformas que el sistema multilateral de comercio necesita con urgencia. En un mundo cada vez más fragmentado por disputas arancelarias y bloques económicos enfrentados, esta decisión de Pekín es una apuesta a que el camino hacia adelante pasa por la cooperación, aunque sea bajo nuevas reglas del juego.

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