Canadá ha designado oficialmente ciertos minerales críticos como prioridad de seguridad nacional bajo la Ley de Producción de Defensa, permitiendo al gobierno federal respaldar a la industria minera garantizando compradores y precios mínimos para su producción.
Estos materiales son esenciales para tecnologías modernas como vehículos eléctricos, energía limpia y sistemas de defensa, y las naciones occidentales han mostrado una ansiedad creciente sobre el control chino de sus cadenas de suministro.
El ministro de Energía de Canadá, Tim Hodgson, anunció que los países del G7 están invirtiendo 6.400 millones de dólares canadienses en 26 proyectos de minerales críticos en todo Canadá para apoyar la industria minera nacional y construir alternativas a los minerales chinos. Esta primera ronda de inversiones, asociaciones y medidas tiene como objetivo acelerar y desbloquear proyectos esenciales en las cadenas de suministro de defensa, energía limpia y manufactura avanzada.
El análisis gubernamental ha identificado seis minerales prioritarios: cobre, litio, grafito, cobalto, níquel y tierras raras, todos los cuales podrían experimentar un crecimiento dramático en la demanda. La demanda interna de Canadá de minerales críticos por sí sola podría alcanzar los 16.000 millones de dólares canadienses anuales para 2040, impulsada en gran medida por una industria local de producción de baterías.
En 2025, dos tercios de todas las inversiones energéticas globales se dirigen a tecnologías limpias, y muchas de esas tecnologías que el mundo necesitará dependen de minerales críticos, señaló el análisis oficial, refiriéndose a las inversiones en tecnologías limpias como la solar y eólica que superan a los combustibles fósiles.
Esta iniciativa surge en el contexto de la Alianza de Producción de Minerales Críticos del G7, lanzada en junio de 2025 en Kananaskis, Alberta, con el Plan de Acción de Minerales Críticos del G7. El plan busca establecer mercados basados en estándares para minerales críticos, dirigir capital hacia proyectos de minerales críticos e impulsar la innovación a través de las cadenas de suministro.
Los países del G7 también acordaron canalizar hasta 20,2 millones de dólares canadienses en colaboración internacional en investigación y desarrollo de estos commodities. La estrategia canadiense no se limita a la extracción minera. El gobierno enfatiza el desarrollo de capacidades de procesamiento doméstico, el paso crítico intermedio donde el dominio de China es más pronunciado. La visión a largo plazo es crear una cadena de suministro completamente integrada, desde la mina hasta el producto final, procesando, manufacturando y eventualmente reciclando minerales críticos extraídos en Canadá directamente dentro del país.
Los pronósticos sugieren que Canadá podría capturar del 15% al 20% del mercado de imanes de tierras raras de América del Norte para 2030, enfocándose principalmente en los sectores automotriz y de energía renovable. Esto representaría aproximadamente 1.200 a 1.800 millones de dólares canadienses en actividad económica anual dentro de los segmentos de mayor valor de la cadena de suministro.
Sin embargo, los desafíos son considerables. Los proyectos de tierras raras típicamente requieren inversiones totales de 1.500 a 3.000 millones de dólares canadienses por proyecto integrado, una escala que excede el apetito de riesgo de la mayoría de las compañías mineras individuales sin un respaldo gubernamental significativo o asociaciones estratégicas. Además, el procesamiento de tierras raras requiere conocimiento especializado que se ha desarrollado en gran medida dentro de China durante décadas.
Las inversiones canadienses se están dirigiendo estratégicamente a sectores donde el país puede aprovechar su experiencia minera existente y recursos geológicos, particularmente en Ontario, Quebec y las regiones del norte.
La carrera por los minerales críticos se ha intensificado aún más por las recientes restricciones de exportación de China en respuesta a las tensiones comerciales con Estados Unidos. En abril de 2025, Beijing expandió sus controles de exportación sobre minerales utilizados en industrias estratégicas, incluyendo escandio, samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio e itrio, como parte de su represalia contra los aranceles estadounidenses.
Esta realidad geopolítica ha convertido el desarrollo de cadenas de suministro alternativas en una cuestión urgente de seguridad nacional para las economías occidentales. Como señaló un analista del sector: «Es técnicamente imposible prescindir de China en el corto plazo, pero construir alternativas es ahora una necesidad estratégica existencial para Occidente».
El compromiso de 6.400 millones de dólares canadienses de Canadá y sus socios del G7 representa solo el comienzo de lo que probablemente será una carrera de décadas para reconfigurar las cadenas de suministro globales de minerales críticos, una carrera donde la seguridad económica y la independencia tecnológica están en juego.