El bloque BRICS, que agrupa a las principales economías emergentes del mundo, enfrenta una crisis de identidad. Lo que comenzó como un foro de cooperación entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se ha convertido en un grupo heterogéneo de 11 miembros que lucha por encontrar una voz común en el escenario internacional.
Un Gigante con Pies de Barro
La cumbre celebrada este fin de semana en Río de Janeiro puso al descubierto las contradicciones internas de un bloque que presume de representar a casi la mitad de la población mundial. La rápida expansión del grupo, que incorporó a Arabia Saudí, Egipto, Irán y otros países en 2023, ha traído consigo nuevas divisiones que amenazan con paralizar su capacidad de acción.
El síntoma más evidente de esta fragmentación fue la ausencia masiva de líderes clave. Seis de los 11 jefes de estado se saltaron la cumbre, incluyendo figuras centrales como el presidente chino Xi Jinping y el ruso Vladimir Putin. Putin se limitó a participar por videoconferencia, proclamando que la globalización liberal estaba «obsoleta», mientras que China no ofreció explicación alguna por la ausencia de Xi.
Tensiones Geopolíticas en el Corazón del Bloque
Las divisiones no son meramente protocolarias. En abril, una reunión de ministros de asuntos exteriores fracasó estrepitosamente cuando los participantes no lograron acordar una declaración conjunta. El punto de ruptura: quién debería ocupar un hipotético asiento africano en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los miembros fundadores habían respaldado a Sudáfrica, pero los nuevos integrantes Etiopía y Egipto rechazaron la propuesta. El grupo está dividido entre democracias y autocracias, entre potencias regionales con intereses divergentes y entre países con diferentes grados de dependencia de Occidente.
India: El Equilibrista Geopolítico
El caso de India ilustra perfectamente las contradicciones del bloque. Mientras participa en los BRICS, Nueva Delhi refuerza simultáneamente sus lazos con las democracias occidentales. Ha firmado acuerdos comerciales con Reino Unido y Australia, negocia con la UE y Estados Unidos, y ha intensificado su cooperación militar y tecnológica con Washington como contrapeso a China.
«Para India, los BRICS son el plan B cuando surgen dudas sobre la fiabilidad de los socios en otros lugares», explica Constantino Xavier, del Centro para el Progreso Social y Económico de Nueva Delhi. «Los chinos, y en particular los rusos, están tomando el control de los BRICS, e India sabe que ha perdido influencia.»
Brasil: Anfitrión Diplomático en Terreno Minado
Como país anfitrión, Brasil intentó dirigir la reunión hacia territorios menos controvertidos: enfermedades infecciosas, inteligencia artificial y financiación de energías renovables. Sin embargo, incluso estos temas «seguros» no pudieron ocultar las tensiones subyacentes.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva aprovechó la inauguración para denunciar el «colapso sin precedentes del multilateralismo» y condenar lo que llamó «genocidio practicado por Israel en Gaza». Estas declaraciones, que previamente habían llevado a Israel a declararlo persona non grata, ejemplifican la dificultad de mantener un frente unido cuando los miembros tienen posiciones tan dispares.
Una Declaración de Compromiso
La declaración final de 31 páginas reflejó esta realidad fragmentada. Abarcando desde el espacio exterior hasta la inteligencia artificial, el documento expresó «profunda preocupación» por los aranceles comerciales unilaterales y condenó los ataques militares contra Irán, pero evitó cuidadosamente mencionar a Estados Unidos por su nombre.
Este equilibrio retórico evidencia la tensión entre la ambición del bloque de desafiar el orden occidental y la necesidad práctica de evitar confrontaciones directas con Washington, especialmente ante la perspectiva de un presidente estadounidense impredecible.
El Futuro Incierto de los BRICS
La creación de una nueva categoría de «países socios» – que incluye a Bielorrusia, Cuba y Bolivia – parece ser un intento de gestionar las presiones expansionistas sin agravar las divisiones internas. Sin embargo, esta solución de compromiso no resuelve las contradicciones fundamentales del grupo. Lo que en un principio funcionó como concepto económico enfrenta dificultades como realidad geopolítica.
La cumbre de Río de Janeiro demostró que el crecimiento numérico no equivale necesariamente a mayor influencia. En un mundo multipolar, la capacidad de actuar de manera cohesiva puede ser más valiosa que el tamaño absoluto. Para los BRICS, el desafío es claro: evolucionar de un grupo de países con intereses ocasionalmente coincidentes a una fuerza geopolítica genuinamente coordinada. El tiempo dirá si es posible o si el bloque está destinado a convertirse en un foro de diálogo sin capacidad real de transformar el orden internacional.