La 51ª cumbre del Grupo de los Siete (G7) comenzó este domingo en Kananaskis, Alberta, Canadá, en un clima de alta tensión internacional y bajo la sombra de las políticas unilaterales del presidente estadounidense, Donald Trump. El evento reúne a los líderes de las principales economías occidentales —Canadá, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido— para abordar desafíos urgentes como el comercio internacional, los conflictos armados y la seguridad global.
Una agenda marcada por la crisis y la confrontación
El primer ministro canadiense, Mark Carney, anfitrión de la cumbre, definió tres prioridades estratégicas: reforzar la paz y la seguridad internacional, construir cadenas de suministro de minerales esenciales y generar empleos de alto valor añadido. Sin embargo, la agenda oficial se ha visto desplazada por la escalada bélica entre Israel e Irán, la guerra en Ucrania y la amenaza de una desaceleración económica mundial, exacerbada por los aranceles impuestos por Trump a numerosos países, incluidos sus propios aliados.
El conflicto entre Israel e Irán irrumpió con fuerza en la cumbre tras un masivo ataque israelí sobre territorio iraní, lo que llevó a varios líderes a intentar consensuar una declaración conjunta en favor de la desescalada. Trump, sin embargo, se negó a firmar ese documento y advirtió que «todo el mundo debería evacuar inmediatamente Teherán», reafirmando su postura confrontativa hacia Irán.
Comercio y aranceles: el gran escollo
El comercio internacional es otro de los puntos candentes. Trump ha mantenido una política de aranceles severos, justificándolos como una medida para combatir el contrabando de fentanilo y proteger la industria estadounidense, pero que han afectado especialmente a Canadá y México, con gravámenes de hasta el 25%. Durante la cumbre, Trump y Carney acordaron acelerar las negociaciones para un nuevo pacto comercial bilateral, dándose un plazo de 30 días para alcanzar un acuerdo que contemple los intereses de trabajadores y empresas de ambos países.
El Reino Unido, por su parte, logró un marco comercial con Estados Unidos que incluye cuotas para protegerse de algunos aranceles, aunque mantiene una base del 10%.
Diplomacia bajo presión y antecedentes de conflicto
El ambiente en la cumbre es de cautela. Los líderes europeos, encabezados por el canciller alemán Friedrich Merz, buscan evitar una escalada en Oriente Medio y garantizar que Irán no obtenga armas nucleares, mientras insisten en el derecho de Israel a defenderse y en la necesidad de abrir espacios para la diplomacia. Canadá, consciente del riesgo de un nuevo desencuentro con Estados Unidos, ha optado por no emitir un comunicado conjunto tradicional, sino resúmenes presidenciales para evitar un desastre diplomático y mantener el compromiso con Washington.
El recuerdo de la cumbre de 2018, también en Canadá, sigue presente: entonces, Trump abandonó el evento antes de tiempo y ordenó a su delegación retirar el apoyo a la declaración final, tras calificar al ex primer ministro Justin Trudeau de «muy deshonesto y débil».
Otros temas en discusión
Además de los conflictos armados y el comercio, la cumbre aborda cuestiones como la inmigración, el tráfico de drogas, la inteligencia artificial y la seguridad energética. Los líderes buscan coordinar respuestas ante incendios forestales y fortalecer la cooperación en defensa y tecnología.
Reuniones bilaterales clave
Trump tiene previstas al menos tres reuniones bilaterales durante la cumbre, incluyendo encuentros con Carney, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, en un intento de avanzar en acuerdos específicos pese al clima de tensión general.
La cumbre del G7 en Canadá se desarrolla así en un delicado equilibrio entre la búsqueda de consensos y la gestión de profundas diferencias, con la mirada puesta en evitar una ruptura definitiva en el seno de las potencias occidentales.