En un momento donde la competitividad global exige eficiencia y sostenibilidad, el país enfrenta un reto claro: modernizar y expandir su infraestructura logística para consolidarse como líder en el comercio internacional de América del Norte.
Una red con potencial sin explotar
México cuenta con una extensa red ferroviaria que conecta sus principales centros productivos, industriales y portuarios. Sin embargo, la realidad muestra que el ferrocarril aún no alcanza el protagonismo que merece en el movimiento de mercancías. Mientras que en economías desarrolladas el tren es columna vertebral del comercio interno, en México su participación permanece limitada frente al predominio del autotransporte.
Esta brecha representa no solo un desafío, sino una enorme oportunidad. Aumentar la carga ferroviaria al 40% del comercio nacional significaría una transformación profunda en la forma como el país mueve sus productos, con impactos directos en costos, tiempos y competitividad.
Las ventajas que hacen del tren la mejor alternativa
El transporte ferroviario ofrece beneficios que ningún otro modo puede igualar en escala y consistencia. En términos de eficiencia económica, el tren supera ampliamente al autotransporte: puede mover grandes volúmenes de mercancía a una fracción del costo por tonelada-kilómetro, lo que se traduce directamente en ahorros para empresas y consumidores finales.
La sostenibilidad ambiental es otro factor decisivo. Con la urgencia climática marcando la agenda global, el ferrocarril emerge como la opción más limpia para el transporte masivo de carga. Sus emisiones de carbono por tonelada transportada son significativamente menores, alineándose perfectamente con los compromisos ambientales de México y las exigencias de socios comerciales cada vez más conscientes del impacto ecológico.
La capacidad y confiabilidad del sistema ferroviario también destacan. Un solo tren puede transportar el equivalente a cientos de camiones, con mayor predictibilidad en los tiempos de entrega y sin sufrir los problemas de congestionamiento que afectan constantemente a las carreteras. Además, las estadísticas muestran menores índices de accidentes y robos en ciertas rutas críticas, lo que se traduce en mayor seguridad para las mercancías.
La conectividad intermodal representa otro pilar esencial. No basta con tener buenos trenes si los puertos, aeropuertos y centros logísticos no están perfectamente integrados a la red ferroviaria. La fluidez en las transferencias de carga entre diferentes modos de transporte puede hacer la diferencia entre un sistema competitivo y uno que simplemente no logra despegar.
El marco regulatorio debe evolucionar para incentivar el uso del ferrocarril, eliminando barreras burocráticas y ofreciendo condiciones atractivas para la inversión privada. Al mismo tiempo, la incorporación de tecnología digital —sistemas de rastreo en tiempo real, plataformas de gestión inteligente y analítica predictiva— puede elevar la eficiencia operativa a niveles sin precedentes.
Finalmente, el desafío de la primera y última milla debe resolverse con creatividad. Los sistemas ferroviarios son extraordinariamente eficientes para distancias largas, pero necesitan soluciones complementarias efectivas para conectar las terminales con los puntos de origen y destino final de las mercancías.
Los beneficios económicos que cambiarán a México
El incremento sustancial en el uso del ferrocarril desencadenaría una serie de efectos positivos en cascada. La reducción de costos logísticos fortalecería la competitividad de las empresas mexicanas, tanto en el mercado interno como en las exportaciones. Las carreteras, liberadas de parte de la carga pesada, experimentarían menor desgaste y congestionamiento, mejorando la movilidad general.
Las empresas que buscan relocalizarse desde Asia hacia América del Norte evalúan cuidadosamente la infraestructura logística, y un sistema ferroviario robusto puede ser el factor decisivo.
Una ventana de oportunidad históricaLa reconfiguración de las cadenas de suministro globales, impulsada por tensiones geopolíticas y la búsqueda de mayor resiliencia, ha puesto al país en el centro de las estrategias corporativas internacionales. Su posición geográfica privilegiada, pegada al mercado más grande del mundo, es una ventaja natural que debe complementarse con infraestructura de clase mundial.