El comercio mundial de cerezas frescas atraviesa una transformación sin precedentes. La severa crisis productiva que afecta al Hemisferio Norte —con caídas de dos dígitos en Turquía, Europa y Estados Unidos— abre una oportunidad única para Chile, que se consolida como el principal proveedor global para la temporada 2025/26.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la producción mundial disminuirá más del 10%, ubicándose en 4,6 millones de toneladas, su primer descenso en seis años. Este declive se debe a heladas extremas y daños climáticos que golpearon duramente los principales países productores del norte, generando un vacío de oferta que eleva los precios internacionales y reposiciona al hemisferio sur sobre el mapa global.
Turquía, que hasta 2024 figuraba como tercer exportador mundial, enfrenta la situación más crítica: su producción caerá un 60%, a 400.000 toneladas, y sus exportaciones se desplomarán un 85%, quitando del comercio internacional 56.000 toneladas. En Europa, las heladas en Polonia, Grecia e Italia causaron una caída del 15% en la cosecha, hasta 644.000 toneladas, y redujeron las importaciones un 60%. Estados Unidos, con una producción moderada de 403.000 toneladas, aumentará su dependencia de importaciones, principalmente desde Chile.
Chile, grandes oportunidades y retos en un mercado volátil
El informe del USDA señala que en los primeros meses del ciclo comercial 2025/26 los precios unitarios de exportación turcos se duplicaron, reflejando la escasez de oferta norteña. Esto posiciona a Chile de manera privilegiada, con una producción estimada de 730.000 toneladas y exportaciones que podrían llegar a 670.000 toneladas, un 10% más que el ciclo anterior. Así, Chile no sólo estabiliza el mercado, sino que también se convierte en el gran beneficiario de esta crisis global.
La demanda mundial aumenta: Estados Unidos planea elevar sus compras un 25%, mientras que China, el consumidor más grande del mundo, incrementará las importaciones un 8%, hasta 600.000 toneladas, fortaleciendo aún más sus vínculos comerciales con Chile.
Sin embargo, este nuevo liderazgo conlleva desafíos estructurales. Concentrar la oferta en un solo país aumenta la vulnerabilidad ante eventos climáticos extremos, que podrían disparar precios y afectar la logística global. Además, los exportadores chilenos deben garantizar la calidad y consistencia, especialmente para el exigente mercado asiático. La planificación cuidadosa de cosechas y el control riguroso de la cadena de frío serán clave para convertir los precios altos en rentabilidad sostenible.
En un mercado cada vez más caro, exigente y selectivo, Chile combina oportunidades excepcionales con la necesidad de enfrentar nuevos retos para sostener su liderazgo y asegurar la continuidad del comercio mundial de cerezas.