América Latina y el Caribe están dando un paso decisivo hacia la integración de sus sistemas de transporte y logística. Ministros y autoridades de más de veinte países acordaron en Santo Domingo la creación de una red regional permanente que transformará la forma en que la región enfrenta los desafíos de movilidad, sostenibilidad y eficiencia en las cadenas de suministro.
El anuncio se realizó en el Diálogo Regional de Políticas de Transporte, un encuentro organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el International Transport Forum (ITF) de la OCDE y el gobierno dominicano. La iniciativa surge en un momento crítico: las proyecciones indican que la demanda de movilidad tanto de personas como de mercancías se duplicará hacia 2050, lo que exige una respuesta coordinada y estructural de toda la región.
La nueva plataforma, que será copresidida por el BID y el ITF, funcionará como un espacio técnico y político permanente donde los países podrán intercambiar experiencias, coordinar estrategias de inversión y acelerar la modernización del transporte de carga y pasajeros. El objetivo central es integrar corredores estratégicos, optimizar la infraestructura multimodal y fortalecer la conectividad transfronteriza que hoy representa uno de los principales cuellos de botella para el comercio regional.
Los ejes de trabajo definidos por los ministros abarcan un amplio espectro de desafíos. Desde la movilidad segura y sostenible hasta la digitalización de las cadenas logísticas, pasando por la resiliencia de infraestructura y la sostenibilidad financiera del transporte público. Se crearon grupos de trabajo especializados que abordarán temas como la gestión inteligente del transporte, la logística verde, el intercambio de datos entre países y la armonización de normas y procedimientos aduaneros en los principales corredores comerciales.
Esta coordinación regional no es solo una cuestión de eficiencia operativa. La modernización del transporte tiene un impacto directo en la competitividad de América Latina en el comercio global. La reducción de tiempos de tránsito, la mejora en la trazabilidad de operaciones y la disminución de costos logísticos son factores determinantes para que los productos latinoamericanos puedan competir en mejores condiciones en los mercados internacionales.
El BID enfatizó que esta iniciativa se alinea con su estrategia de impulsar infraestructura sostenible y logística inteligente como pilares del desarrollo económico y social. Por su parte, el ITF destacó la importancia de establecer mecanismos de gobernanza regional capaces de sostener políticas a largo plazo, más allá de los ciclos políticos y cambios de administración en cada país.
La red también buscará potenciar las sinergias entre el sector público y privado, fomentando la inversión en infraestructura logística y la participación activa de operadores de transporte, puertos, aeropuertos y autoridades aduaneras. El intercambio de datos e indicadores logísticos permitirá medir los avances frente a los objetivos globales de desarrollo sostenible y transición energética, dos compromisos que la región ha asumido ante la comunidad internacional.
Uno de los aspectos más relevantes del acuerdo es su enfoque integral. No se trata únicamente de mejorar carreteras o construir puertos, sino de transformar el transporte en un catalizador de desarrollo inclusivo y bajo en carbono. La seguridad vial, la equidad territorial y la integración comercial forman parte de una visión que entiende la movilidad como un derecho y como motor de oportunidades.
La cooperación técnica será fundamental para reducir la brecha tecnológica que aún separa a América Latina de los sistemas logísticos más avanzados del mundo. La digitalización, la automatización de procesos aduaneros y la implementación de tecnologías limpias requieren no solo inversión, sino también conocimiento compartido y capacidad institucional fortalecida.
Con este acuerdo, América Latina reconoce que los desafíos del transporte y la logística no pueden resolverse de manera aislada. La integración regional, el intercambio de mejores prácticas y la coordinación de políticas públicas son el camino hacia cadenas de suministro más seguras, conectadas y eficientes.
