La era de la hiperglobalización parece estar llegando a su fin. Después de décadas en las que las empresas trasladaron masivamente su producción a países con bajos costos laborales, un nuevo fenómeno está transformando el panorama industrial mundial: la regionalización de las cadenas de suministro.
Un reciente estudio revela que las ventajas de costos que impulsaron el offshoring durante años se están erosionando progresivamente. La convergencia salarial entre países, el aumento de la competencia y, sobre todo, la creciente necesidad de responder con mayor rapidez a los mercados están poniendo en jaque el modelo tradicional de deslocalización industrial.
Pero no se trata solo de economía. Las tensiones geopolíticas han emergido como un factor determinante en esta transformación. Los aranceles, las sanciones comerciales, las restricciones de propiedad y los requisitos de contenido local están reduciendo drásticamente el atractivo de mantener operaciones en territorios lejanos. La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos lo ha denominado «friendshoring»: profundizar las relaciones con aliados y construir cadenas de suministro entre países «amigos» para reducir el riesgo de disrupciones.
Sin embargo, el camino de regreso no es sencillo. La investigación demuestra que las empresas no revierten sus decisiones de offshoring de inmediato. La complejidad de los activos manufactureros y la sofisticación del ecosistema local actúan como fuerzas de inercia que ralentizan cualquier proceso de relocalización. Las relaciones establecidas demuestran ser «pegajosas», resistentes al cambio.
Nearshoring: la alternativa pragmática
Aquí es donde el nearshoring surge como la opción más viable. En lugar de traer la producción de vuelta a casa —un proceso costoso y lento—, las empresas están optando por trasladar sus operaciones a territorios más cercanos a sus mercados finales. Los datos del Índice de Conectividad Global de DHL confirman esta tendencia: la «amplitud geográfica» de las empresas multinacionales no ha crecido desde 2001, lo que implica una cobertura cada vez más regional.
Los ejemplos abundan. Fabricantes chinos de vehículos eléctricos están construyendo plantas de ensamblaje en la Unión Europea anticipándose a los altos aranceles. Volkswagen, el mayor fabricante europeo de automóviles, contempla el cierre de tres plantas ante la reconfiguración del sector. Mientras tanto, el flujo de producción desde China hacia Vietnam ilustra cómo las empresas buscan alternativas ante las restricciones comerciales.
Dos factores emergentes prometen acelerar aún más esta transformación. Por un lado, los avances tecnológicos —desde la inteligencia artificial hasta la impresión 3D— están modificando la economía de la producción. Aunque algunas tecnologías facilitan la gestión de operaciones deslocalizadas, otras, como la automatización, están eliminando las ventajas de costos laborales que justificaban el offshoring.
Por otro lado, las regulaciones de sostenibilidad están estableciendo nuevas reglas de juego. La Unión Europea ya está implementando prohibiciones sobre importaciones vinculadas a la deforestación y un impuesto a las emisiones de carbono en productos como cemento, acero y fertilizantes. Alemania exige a sus grandes empresas monitorear los derechos humanos en sus cadenas de suministro, con multas de hasta el 2% de las ventas anuales globales.
Para los directivos empresariales, el mensaje es claro: la perspectiva operativa tradicional ya no es suficiente. Las decisiones sobre la cadena de suministro deben incorporar consideraciones geopolíticas y estratégicas de nivel superior. No sorprende que muchas empresas, grandes y pequeñas, estén incorporando economistas jefes en sus equipos de gestión.
Para los responsables políticos, el desafío es igualmente complejo. Los incentivos a la inversión y los aranceles de importación deben diseñarse considerando cómo se propagarán sus efectos a través de toda la red de suministro. La Ley CHIPS en Estados Unidos, con 280,000 millones de dólares en financiamiento para impulsar la manufactura de semiconductores, es un ejemplo de este enfoque más integral.
Lo que está claro es que el mundo está transitando lentamente de cadenas de suministro globales a cadenas regionales.