La pregunta es ¿qué sigue? en la AGNU, muchos líderes empresariales y representantes de grupos religiosos, centros de investigación, instituciones educativas y científicas, y filantropías se reunieron para discutir versiones de esta pregunta. Decenas de reuniones abordaron ideas sobre cómo podría verse un nuevo orden internacional. Una forma de entender esta actividad desordenada y descentralizada es compararla con las diversas reuniones que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial en preparación para la Conferencia de San Francisco de 1945, que estableció la ONU.
El mundo actual es mucho más complejo: el número de países miembros de la ONU casi se ha cuadruplicado, y el campo de actores no estatales capaces de acción global efectiva se ha expandido dramáticamente. Aun así, la efervescencia sigue siendo importante. Los defensores de larga data de la reforma de la ONU ven dos amplias posibilidades de cambio.
Una es un orden internacional organizado y liderado por potencias intermedias: por ahora, esencialmente cualquier país que no sea ni una gran potencia ni un estado pequeño. La segunda opción, que podría coexistir con un orden de potencias intermedias, es un arreglo flexible e informal creado por coaliciones intersecantes de estados y actores no estatales enfocados en contrarrestar amenazas y generar cambios positivos a nivel subregional, regional y global.
En el corto plazo, mientras los diplomáticos inician acciones de seguimiento tras la AGNU, se podría proponer reuniones entre países clave para determinar cómo el mundo puede conducir los negocios de la diplomacia sin, o quizás en paralelo con, Estados Unidos.
Las primeras reuniones deberían ser entre China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y Corea del Sur, que juntos aportan casi el 50 por ciento del presupuesto general de la ONU. Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el mayor financiador de la ONU; su parte del presupuesto general de 2025 se evalúa en 22 por ciento, o alrededor de 820 millones de dólares. Pero la organización probablemente recibirá solo una fracción de esa cantidad, dada la orden ejecutiva de Trump que ordena una revisión del financiamiento y la participación estadounidense en la ONU.
Estos ocho países deberían considerar convocar la AGNU en otro lugar durante los próximos años, lo que reduciría el apalancamiento diplomático estadounidense y garantizaría que todos los delegados puedan asistir a la sesión anual. También subrayaría que, la mayoría de los gobiernos del mundo todavía creen en reglas que limitan la soberanía nacional en favor de una respuesta colectiva a amenazas existenciales.
Como segundo mayor financiador de la ONU, China podría intentar organizar la AGNU en Beijing. Pero un resultado más probable sería rotar la reunión entre ciudades que albergan diversas organizaciones de la ONU y regionales: Ginebra (sede europea de la ONU), Bruselas (Unión Europea), Yakarta (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), Adís Abeba (Unión Africana), Riad (Consejo de Cooperación del Golfo) y Montevideo (Mercosur).
Los líderes del G20, menos China, Rusia y Estados Unidos, también deberían reunirse. Este grupo de potencias intermedias —Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia, Indonesia, India, Arabia Saudita, Turquía, Sudáfrica, Brasil, México, Argentina, la UE y la UA— podría tomar medidas, para hacer al G20 más representativo. Los aproximadamente 170 países que no son miembros del G20 pueden estar poco inclinados a aprobar la expansión de su alcance, pero el grupo puede aumentar su rendición de cuentas a la comunidad global.
Seguramente la gobernanza multilateral continuará, por lo tanto deberíamos pensar a futuro en un sistema de gobernanza global y regional que comprenda organizaciones intergubernamentales, organizaciones regionales y subregionales, agrupaciones multisectoriales, tribunales y cortes internacionales, organismos globales de establecimiento de estándares y redes transnacionales de corporaciones, ONGs, expertos y autoridades subnacionales, entre otros. El tiempo irá dando respuestas concretas a las preguntas que socavaron las bases del modelo, para dar inicio a la construcción de un nuevo orden plurilateral.