Atlántico Sur, nuevos acuerdos internacionales regulan la pesca en alta mar

Nuevas reglas globales ponen límites a la sobreexplotación pesquera
28/09/2025
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Dos decisiones de alcance global prometen cambiar radicalmente el panorama de la pesca internacional en el Atlántico Sur. La Organización Mundial del Comercio confirmó la entrada en vigor del Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca, que elimina los apoyos económicos a las flotas de aguas distantes en situaciones de pesca ilegal o no regulada, mientras que la ONU activó el Tratado de Alta Mar, conocido como BBNJ, que entrará en vigor en enero de 2026 y abre la puerta a la creación de áreas marinas protegidas en aguas internacionales.

Ambas iniciativas apuntan directamente a poner límites a la sobreexplotación en la controvertida franja conocida como Milla 201, donde operan cientos de buques, en su mayoría de bandera china, al borde de la Zona Económica Exclusiva Argentina.

El Fin de los Subsidios: Un Golpe Directo a las Flotas Extranjeras

El acuerdo de la OMC marca un hito histórico en la gobernanza internacional pesquera al prohibir por primera vez los subsidios que alimentan la pesca ilegal, no declarada o no reglamentada, así como aquellos que sostienen operaciones en poblaciones sobreexplotadas.

Para Argentina, esta medida representa un cambio fundamental, ya que las flotas extranjeras que tradicionalmente han dependido de millonarios subsidios estatales verán seriamente restringida su capacidad de operar de manera rentable en el Atlántico Sur.

Fuentes especializadas del sector explican que se trata de un instrumento que puede reducir de manera drástica la presión pesquera sobre el Mar Argentino. La lógica es simple pero poderosa: sin esos apoyos económicos gubernamentales, la ecuación financiera de las flotas de aguas distantes se vuelve considerablemente menos competitiva y, en muchos casos, directamente inviable.

El Tratado de Alta Mar: Protección Más Allá de las Fronteras Nacionales

El segundo pilar de esta transformación proviene de las Naciones Unidas. El Tratado de Alta Mar alcanzó finalmente el número necesario de ratificaciones y entrará en vigencia el 17 de enero de 2026, creando por primera vez un marco legal global para proteger la biodiversidad marina fuera de las jurisdicciones nacionales.

Este instrumento opera mediante tres herramientas centrales que transformarán la gestión de los océanos: la creación de áreas marinas protegidas en aguas internacionales, algo hasta ahora imposible bajo el derecho internacional vigente, evaluaciones de impacto ambiental obligatorias para cualquier actividad que se desarrolle en alta mar, desde la pesca hasta la minería submarina, y mecanismos para compartir los beneficios derivados de la explotación de recursos genéticos marinos, especialmente aquellos con aplicaciones biotecnológicas.

Aunque Argentina aún no ha ratificado este tratado, los especialistas destacan que su entrada en vigor abre posibilidades inéditas para consolidar medidas de conservación en zonas donde hasta ahora reinaba un vacío normativo casi absoluto.

La Milla 201: El Epicentro de la Disputa

La denominada Milla 201 se ha transformado en el símbolo más visible de la tensión entre la soberanía argentina sobre sus recursos marítimos y la presión constante de flotas extranjeras. En esta franja, que comienza exactamente donde termina la jurisdicción argentina, cientos de buques pescan intensivamente calamar Illex argentinus y otras especies migratorias, operando sin los controles estrictos que se aplican dentro de la Zona Económica Exclusiva Argentina. Esta zona ha funcionado tradicionalmente como un territorio sin ley marina, donde la ausencia de regulaciones efectivas ha permitido prácticas pesqueras que bordean y a menudo cruzan los límites de la sostenibilidad.

Con la eliminación de los subsidios pesqueros y el inminente arranque del tratado de alta mar, se anticipa un cambio de escenario sustancial donde las operaciones en alta mar deberán ser más transparentes, ambientalmente sostenibles y sujetas a una fiscalización internacional más rigurosa.

El Atlántico Sur ingresa así en una etapa potencialmente decisiva donde la combinación de presión internacional, prohibición de subsidios y creación de un marco global de protección de la biodiversidad marina puede alterar definitivamente el destino de la Milla 201.

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