40 años del espacio Schengen, un logro europeo entre la libre circulación y los desafíos contemporáneos

El espacio sin fronteras que une a más de 450 millones de personas y la necesidad de restaurar la confianza para garantizar su futuro
20/08/2025
1 minuto de lectura

En junio de 2025, el Acuerdo de Schengen celebró su 40 aniversario, consolidándose como uno de los mayores avances en la integración europea. Este espacio sin fronteras internas, que hoy agrupa a 29 países y más de 450 millones de habitantes, permite la libre circulación sin controles fronterizos rutinarios y es fundamental para la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de los logros, también enfrenta crecientes desafíos que ponen en debate su futuro.

Schengen nació en 1985 con la firma de un tratado entre cinco países, con el objetivo de eliminar gradualmente los controles fronterizos interiores para facilitar la libre circulación de personas, bienes y servicios, y construir un mercado común europeo. En 1995 se hizo operativo y en 1999 se consolidó jurídicamente dentro del marco de la UE. A lo largo de los años se ha ampliado, incluyendo desde enero de 2025 a Bulgaria y Rumanía, alcanzando una extensión de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados.

Un aspecto clave, pero polémico, es el mecanismo que permite a los Estados reintroducir temporalmente controles en sus fronteras internas, inicialmente concebido como una medida excepcional para responder a amenazas graves. Sin embargo, desde 2015, con la crisis migratoria, el terrorismo, la pandemia y la guerra en Ucrania, este recurso se ha empleado con creciente frecuencia y por períodos más largos, con un total de 472 notificaciones registradas hasta mediados de 2025. Países como Austria y Alemania lideran este uso intensivo, mientras que otros lo aplican esporádicamente, lo que revela asimetrías regionales y tensiones en la gobernanza común.

La importancia práctica y simbólica de Schengen es indiscutible, pues facilita la movilidad laboral, el comercio transfronterizo y la cohesión social europea. Sin embargo, la normalización de los controles internos amenaza la integridad del espacio, la estabilidad del Mercado Único y la confianza entre los Estados miembros. Más que una cuestión técnica, Schengen se ha convertido en un tema sensible en el debate público y político, donde las tensiones entre seguridad y libertad generan incertidumbre sobre el rumbo del proyecto europeo.

El futuro de Schengen dependerá de la capacidad de la UE para restaurar la confianza mutua, reafirmar que los controles internos deben ser excepcionales, fortalecer la cooperación en frontera y asilo, y mantener el equilibrio entre seguridad y libre circulación. En definitiva, la viabilidad del espacio Schengen es hoy una prueba crucial para la integración europea, que debe evitar que intereses nacionales divididos erosionen uno de sus logros más visibles y valiosos.

NOTICIAS RELACIONADAS

No te pierdas