En un contexto internacional marcado por conflictos geopolíticos, inflación persistente y un bajo crecimiento económico, la logística y las cadenas de suministro en América Latina enfrentan una presión creciente. Así lo revela el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que destaca la urgencia de rediseñar la infraestructura logística regional, modernizar la conectividad y adoptar estrategias más resilientes.
El escenario global actual multiplica los riesgos para las cadenas de suministro, exponiendo la vulnerabilidad de la región ante disrupciones logísticas. CEPAL subraya que América Latina enfrenta un doble desafío: fortalecer la resiliencia frente a riesgos globales y superar las deficiencias estructurales de su infraestructura logística, que históricamente se traducen en mayores costos, demoras y pérdida de competitividad.
Un punto central del informe es la necesidad de invertir tanto en infraestructura física como digital para mejorar la eficiencia logística. La región aún registra costos de transporte elevados en comparación con otras economías emergentes, afectando especialmente a las pequeñas y medianas empresas exportadoras. La falta de mantenimiento de rutas, ferrocarriles y puertos, la escasa digitalización de los procesos aduaneros y la baja integración de sistemas multimodales generan cuellos de botella que impactan tanto en el comercio exterior como en el abastecimiento interno. Esta situación se agrava frente a emergencias, como desastres naturales o crisis sanitarias, donde la logística se vuelve más crítica.
A pesar del panorama complejo, CEPAL identifica oportunidades en la relocalización de cadenas productivas impulsada por estrategias globales de nearshoring y friendshoring, que acercan la producción a centros de consumo estratégicos como Estados Unidos. Sin embargo, para aprovechar esta ventana, la región debe mejorar la competitividad logística mediante la reducción de tiempos de tránsito, simplificación de trámites, fortalecimiento de corredores bioceánicos y mayor conectividad intermodal, evitando así quedar fuera del nuevo orden global.
El caso argentino refleja estas problemáticas con particular énfasis. Las deficiencias en infraestructura vial, ferroviaria y portuaria elevan los costos logísticos y limitan el potencial exportador. La fuerte dependencia del transporte terrestre genera cuellos de botella y un impacto ambiental considerable. Además, la integración regional, tanto física como normativa, es fundamental para dinamizar el comercio intrazonal. Argentina debe actualizar sus corredores logísticos, adaptarse a requisitos internacionales como la trazabilidad y reducción de emisiones, y avanzar en una agenda que combine sostenibilidad y eficiencia.
La transición hacia cadenas de valor sostenibles responde tanto a una demanda ambiental como a una necesidad económica, dado que los mercados globales exigen certificaciones, eficiencia energética y prácticas responsables para mantener el acceso. La logística verde deja de ser una opción para convertirse en un requisito imprescindible para la competitividad internacional.
Finalmente, CEPAL destaca que mejorar la logística y fortalecer las cadenas de abastecimiento requiere un enfoque integrado que vincule comercio, transporte e infraestructura. Esto demanda coordinación regional, diálogo público-privado y políticas de largo plazo que trasciendan los ciclos económicos.
América Latina debe pasar del diagnóstico a la acción. La modernización logística no solo reducirá vulnerabilidades, sino que también posicionará mejor a la región en un mundo donde las reglas de producción y abastecimiento se están redefiniendo aceleradamente.