Industria Textil: el sur y el sudeste ansiático consolidan su ascenso

Se acelera el protagonismo de Bangladesh, Vietnam, Camboya y Pakistán
06/08/2025
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China ya no es la única protagonista del gran telón textil internacional. Según el reciente informe de Coface, la legendaria hegemonía de la ropa “made in China” muestra claras señales de agotamiento. La cuota china en las exportaciones mundiales de prendas de vestir cayó del 54% en 2010 al 41% en 2023, un descenso notable que responde a varias fuerzas estructurales en juego: costes crecientes, especialización poco rentable y una intensificación de las restricciones regulatorias.

A estos factores internos se une una presión externa definitiva: la agresiva política arancelaria impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump. Los últimos años han visto cómo Estados Unidos, el mayor mercado de consumo de ropa del mundo, aumentó fuertemente los aranceles a la indumentaria y el calzado de origen chino, llevando algunos gravámenes puntuales a niveles superiores al 50%. Esto ha encarecido la ropa china para los compradores estadounidenses y ha obligado a muchas empresas internacionales a replantear sus cadenas de suministro.

El modelo de subcontratación y bajos márgenes también pasa factura. El informe subraya que la especialización china en la manufactura para marcas occidentales, con grandes volúmenes y baja rentabilidad, explica la escasa generación de beneficios: mientras que las empresas chinas representan el 19% de las compañías textiles mundiales, apenas obtienen el 10% de las ganancias sectoriales (2020-2024). El incremento medio anual de los salarios —del orden de 6% desde 2010— y una moneda más fuerte reducen todavía más la competitividad del “gigante asiático”. Aunque las fábricas han invertido en tecnología y productividad, la diferencia de costes respecto a países como Vietnam, Bangladesh o Camboya se estrecha año a año.

¿Quién se queda con la cuota que pierde China? La gran pregunta tiene ya respuesta: Bangladesh, Vietnam, Camboya y Pakistán están recogiendo con fuerza el testigo. Estos países ofrecen una combinación de salarios más bajos, políticas favorables a la exportación, estabilidad y capacidad de adaptación a los requisitos de marcas globales. Por ejemplo, Bangladesh logró en 2023 exportaciones de ropa por valor de 38.000 millones de dólares, creciendo 3% respecto a 2022, mientras Vietnam alcanzó los 31.000 millones (aunque retrocedió un 12% tras varios años de fuerte expansión). En conjunto, Asia concentra más del 65% de las exportaciones mundiales de indumentaria, y la diversificación del sourcing asiático es una tendencia imparable.

China conserva ventajas innegables —capacidad productiva, acceso a materias primas e infraestructura tecnológica avanzada—, pero la presión sobre sus márgenes y el pulso arancelario la empujan a reinventarse. Por ahora, la batalla por el nuevo trono de la moda global se libra en suelo asiático, y Bangladesh, Vietnam, Camboya y Pakistán son los nuevos nombres protagonistas. Las marcas de moda, por su parte, reinterpretan sus estrategias de abastecimiento, conscientes de que la era “made in China” ha quedado definitivamente atrás.

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