La batalla geopolítica por Groenlandia

Europa y Estados Unidos buscan alternativas a China mientras la isla ártica emerge como pieza clave en el tablero de la transición energética global
24/07/2025
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En el corazón del Ártico, bajo una vasta capa de hielo que cubre el 80% de su territorio, Groenlandia guarda uno de los tesoros geológicos más codiciados del siglo XXI. Sus yacimientos de tierras raras, elementos esenciales para la fabricación de tecnologías verdes y dispositivos electrónicos modernos, han convertido a esta isla autónoma danesa en el centro de una intensa pugna geopolítica entre las grandes potencias.

La dependencia occidental de China para el suministro de estos minerales estratégicos ha impulsado una carrera frenética por encontrar fuentes alternativas. Los elementos de tierras raras son fundamentales para la producción de vehículos eléctricos, aerogeneradores, imanes de alta potencia, sistemas de defensa avanzados, smartphones y pantallas de televisión, entre otros productos tecnológicos que definen nuestra era digital.

El reciente anuncio del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, sobre un acuerdo para facilitar el envío de tierras raras groenlandesas a Estados Unidos marca un hito en esta nueva geografía de la competencia mineral. Este entendimiento representa un paso significativo en los esfuerzos occidentales por diversificar sus cadenas de suministro y reducir la hegemonía china en este sector crítico.

Eldur Olafsson, director ejecutivo de Amaroq Minerals Ltd., la principal compañía minera operando en Groenlandia, ejemplifica esta nueva dinámica. Su empresa ha conseguido atraer recientemente 52 millones de euros de inversores europeos y estadounidenses, estableciendo conversaciones con organismos estatales tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos. Según Olafsson, el éxito en Groenlandia requiere inversores con visión geopolítica y el respaldo de Europa, Dinamarca, los países nórdicos y Estados Unidos. Su compañía opera una mina de oro recientemente inaugurada en el sur de la isla.

Las declaraciones del presidente Donald Trump sobre su interés en adquirir Groenlandia han generado tensiones diplomáticas considerables. El primer ministro groenlandés, Jens-Frederik Nielsen, elegido a principios de este año, ha respondido categóricamente que tales declaraciones son irrespetuosas y que Groenlandia no está en venta.

Sin embargo, más allá de la retórica territorial, existe un pragmatismo económico evidente. Groenlandia mantiene las puertas abiertas a las inversiones occidentales, con la esperanza de que la próxima década traiga consigo el desarrollo de múltiples proyectos mineros. Naaja Nathanielsen, ministra groenlandesa de Empresa y Recursos Minerales, confirma el creciente interés del Banco de Exportación e Importación de Estados Unidos y de varios países europeos en los proyectos mineros locales.

Trump ha convertido el acceso a materias primas críticas en un pilar de su política exterior, desde las negociaciones con Groenlandia hasta los acuerdos con Ucrania para intercambiar minerales por asistencia militar.

La realidad geográfica de Groenlandia presenta desafíos únicos. Las empresas mineras evalúan primero los aspectos económicos de cualquier proyecto, y en Groenlandia, el hecho de que el 80% del territorio esté bajo hielo significa que los costos de excavación y acceso a los recursos pueden ser significativamente más altos que en otras regiones, según explican los expertos del sector.

Los groenlandeses han adoptado una postura clara: desean aprovechar sus recursos minerales, pero bajo estrictas regulaciones ambientales. Esta aproximación refleja una consciencia sobre la fragilidad del ecosistema ártico y la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con la protección medioambiental.

Las condiciones climáticas extremas de la región añaden otra capa de complejidad a cualquier operación minera. Los largos inviernos árticos, las temperaturas bajo cero durante gran parte del año y la logística desafiante para transportar equipos y personal plantean interrogantes sobre la viabilidad económica a largo plazo de muchos proyectos.

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