El ascenso de China en vehículos eléctricos, de seguidor a líder mundial

Se invierte el liderazgo tecnológico y geopolítico.
12/07/2025
3 minutos de lectura

El ascenso de China en el sector de los vehículos eléctricos (VE) y las baterías ha transformado por completo el panorama industrial y geopolítico global. Hace apenas una década, la idea de que Occidente o los países desarrollados de Asia pudieran tener algo que aprender de China en materia de innovación industrial parecía lejana. Sin embargo, en muy poco tiempo, China ha pasado de ser un seguidor tecnológico a convertirse en el líder indiscutible de uno de los sectores más estratégicos de la economía moderna.

Hoy, China ocupa el lugar que antes ostentaban Estados Unidos, Alemania o Japón en la industria automotriz. Este cambio de roles es especialmente evidente en la cadena de valor de los vehículos eléctricos y las baterías, donde Beijing domina tanto la producción como la innovación. El reto para el gobierno chino es mantener el valor y los empleos en el país, incluso cuando, por razones de mercado y presión internacional, debe deslocalizar parte de la producción. Al mismo tiempo, China busca minimizar la fuga de tecnología, justo cuando las empresas occidentales, especialmente europeas, quieren acceder a una mayor porción de la cadena de valor china. Esta situación resulta irónicamente familiar: durante décadas, China fue el receptor de tecnología occidental; ahora, Occidente necesita la experiencia y los productos chinos para sobrevivir en la nueva competencia global.

La respuesta europea a este desafío ha sido contundente. La Unión Europea, consciente del riesgo de convertirse en un simple ensamblador de productos chinos, ha endurecido su agenda regulatoria y busca asegurar una participación relevante en la cadena de valor de los vehículos eléctricos y las baterías. El objetivo es claro: evitar el vaciamiento industrial y mantener la competitividad global, especialmente en un momento en que la descarbonización y la transición energética son prioridades ineludibles. Alemania, tradicional bastión automotriz, ve cómo BMW utiliza baterías de CATL y Volkswagen forma alianzas con empresas chinas, mientras las importaciones de vehículos eléctricos chinos se dispararon un 300% entre 2021 y 2023. Francia, por su parte, incentiva la producción local de baterías y Stellantis busca asociaciones tecnológicas en China. El Reino Unido, tras el Brexit, permite inversiones chinas en plantas de baterías y Jaguar Land Rover colabora con CATL para desarrollar su nueva generación de vehículos eléctricos.

La transformación ha sido vertiginosa. Hace apenas diez años, China producía menos de 100,000 vehículos eléctricos al año, la mayoría más caros que los fabricados en Estados Unidos o Europa. Hasta 2020, el liderazgo mundial en baterías para vehículos eléctricos estaba en manos de la coreana LG Energy Solution. Hoy China produce el 70% de los vehículos eléctricos del mundo. Empresas como BYD y CATL han sido claves en este salto: BYD superó a Tesla como el mayor fabricante mundial de vehículos eléctricos en 2023, ofreciendo precios entre un 30 y un 40% inferiores a los de sus rivales occidentales gracias a su integración vertical. CATL, por su parte, controla aproximadamente el 35% del mercado mundial de baterías y suministra a gigantes como Tesla, BMW y Volkswagen. Además, China domina el 95% de la producción global de baterías LFP, una tecnología que ha reducido los costos a la mitad frente a las opciones tradicionales.

Este nuevo liderazgo chino plantea un dilema global. Por un lado, la competencia tecnológica es más intensa que nunca; por otro, la cooperación en materia de cambio climático exige colaboración y acceso a tecnologías limpias. Estados Unidos ha respondido con medidas proteccionistas, como el Inflation Reduction Act, que destina 369 mil millones de dólares a incentivos para la industria local de vehículos eléctricos. Sin embargo, incluso Tesla sigue dependiendo de proveedores chinos para componentes clave. Lograr la independencia tecnológica en este sector resulta costoso y complejo, dada la integración y el dominio chino en la cadena de suministro.

En definitiva, el ascenso de China en los vehículos eléctricos y las baterías no solo representa un cambio sectorial, sino que es un ejemplo paradigmático de cómo la determinación estratégica, la inversión masiva y la integración vertical pueden transformar por completo el liderazgo industrial global. China ha sabido aprovechar su llegada tardía al sector automotriz para saltar directamente a las tecnologías eléctricas, evitando el lastre del motor de combustión. Esta transformación demuestra que, en la economía moderna, las posiciones de liderazgo pueden cambiar con una rapidez impensable en épocas anteriores, estableciendo un precedente que probablemente se repetirá en otros sectores estratégicos en los próximos años.

No te pierdas