China se ha convertido en el principal destino de las exportaciones de varios países sudamericanos, consolidando su influencia en la región.
Hoy, el 39% de las exportaciones de Chile, el 32% de Brasil y el 29% de Perú tienen como destino al gigante asiático, cifras que reflejan una transformación sin precedentes en el comercio exterior latinoamericano.
Este cambio responde a una estrategia sostenida de Beijing, que desde hace dos décadas invierte y firma acuerdos en sectores clave como energía, infraestructura y telecomunicaciones. A diferencia de Brasil, que prioriza la relación comercial sin tratados formales, Chile y Perú han apostado por acuerdos de libre comercio y la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), facilitando el ingreso de capitales e inversiones chinas.
El avance de China abre oportunidades: acceso a nuevos mercados, inversión en infraestructura y transferencia tecnológica. Sin embargo, la dependencia de materias primas y la creciente presencia china en sectores estratégicos despiertan un interrogante sobre el futuro desarrollo industrial de la región.
En este contexto, expertos advierten que la región debe fortalecer su capacidad de negociación y apostar por la innovación y la diversificación productiva. Solo así América Latina podrá aprovechar plenamente los beneficios de su relación con China, asegurando un desarrollo más equilibrado y sostenible.